Arrojar luz sobre el tema

Para apagar un incendio, es necesario echarle agua. Para dejar de tiritar, hay que abrigarse. En un sentido más amplio, para eliminar la oscuridad de la ignorancia y el temor, que a menudo conducen a la malicia y el odio, hay que echar luz sobre ella.

Un día mi nietita Anna y yo estábamos jugando en mi oficina. Ella no estaba de muy buen humor cuando deliberadamente encendió mi lámpara de pie. Una de las bombitas de luz apunta hacia abajo, por lo que puse mis manos debajo de la misma, fingiendo tomar la mayor cantidad de luz que podía, y la arrojé sobre ella.

En seguida Anna hizo lo mismo, formando un hueco con sus manitos por debajo de la bombita y arrojando hacia mí la luz que había tomado. El juego continuó por cierto tiempo; cada uno de nosotros juntaba luz y la arrojaba en dirección al otro, y ambos nos divertíamos con nuestro ingenio.

Más tarde pensé en la sencilla verdad de la afirmación de Pablo en la Biblia: “Todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas”.

Es evidente que parece haber abundante oscuridad en el mundo, pero sus atavíos de infelicidad y desesperanza no pueden prevalecer contra la luz del amor y la compasión. El juego con mi nieta me hizo recordar el inmediato poder transformador del afecto divino, innato. Su ceño fruncido literalmente desapareció al arrojar algo de luz sobre ella. Cambió toda la atmósfera mental.

En una época en que muchos promueven las tremendas consecuencias del odio y el prejuicio, nosotros podemos arrojar nuestra luz de amor sobre cada circunstancia. Según Mary Baker Eddy, “Así toda la tierra será transformada por la Verdad en sus alas de luz, ahuyentando las tinieblas del error”.

Como en todos los ámbitos de la vida, siempre es útil arrojar algo de luz sobre el tema.

Steven Salt escribe sobre la conexión de la ciencia, espiritualidad y salud, desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana. Twitter: @SaltSeasoned