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Sábado 05 de agosto 2017

La película Mujer Maravilla rompe estereotipos

Por Ingrid Peschke
La película Mujer Maravilla rompe estereotipos
Foto:difusión

Cuando yo tenía siete años, mi madre se disfrazó de Mujer Maravilla para una fiesta de disfraces. Aquella noche le tomaron una foto que estuvo pegada en nuestro frigorífico durante años. Allí estaba ella plantada con su mejor pose de superheroína, con botas hasta la rodilla, las manos puestas con seguridad sobre unos pantalones cortos tachonados de estrellas, una cinta dorada sobre su frente y brazaletes alrededor de sus muñecas.

Esta imagen sirvió de símbolo para recordarme que, con o sin disfraz, yo podía hacer frente a la adversidad y limitación con dominio y fortaleza, confianza y gracia, tal como mamá lo hizo en su vida.

También crecí viendo la icónica versión televisiva de Linda Carter del personaje del cómic, así que, naturalmente, reservé un asiento para la noche del estreno de la reciente película y éxito de taquilla, Mujer Maravilla. Por fin una película de acción que demostraba exitosamente al público que una superheroína es perfectamente capaz de vencer el mal sin depender solo de puro músculo y violencia.

La película explora los orígenes de la Mujer Maravilla como Diana, princesa de las Amazonas, quien es a la vez una guerrera experta, entrenada solamente por su tribu de mujeres, así como una mujer compasiva, ingeniosa e inteligente, que sabe hablar innumerables idiomas. La directora de la película, Patty Jenkins, resalta la importancia del amor y de la bondad y brinda contexto y calidez al personaje de la Mujer Maravilla, representado convincentemente por la actriz israelí Gal Gadot.

Me fui pensando, como a menudo hago, verdades espirituales, incluyendo las cualidades que las mujeres aportan a nuestro mundo hoy en día al afrontar la adversidad. Las mujeres que ocupan posiciones prominentes en los gobiernos, en los negocios, en las artes y en la vida religiosa, y aquellas que hacen grandes sacrificios para cuidar a sus familias, tienen una oportunidad única de brindar paz y soluciones a situaciones que, de otro modo, serían irresolubles.

La película me hizo recordar una frase: “...la mujer se adelanta para luchar contra Goliat”. Es de un libro, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, que me ha ayudado a superar mis propias batallas a lo largo de los años. La autora, Mary Baker Eddy, enfrentó verdaderas adversidades en su vida, incluyendo enfermedad, pobreza, experiencias cercanas a la muerte, viudez y la separación de su único hijo, para finalmente llegar a ser la fundadora de una religión cristiana internacional. Aun en ese momento, los obstáculos no pararon en un tiempo en el que las mujeres difícilmente expresaban su opinión, y mucho menos tenían un lugar en el púlpito.

¿El arma elegida por Eddy? No una honda, sino la oración y un profundo compromiso con las inspiradas enseñanzas en la Biblia, especialmente el mandamiento de Jesús de que sus seguidores sanaran. Su Goliat pareció burlarse: “¿Cómo te atreves a enseñar que Dios es todo y que la enfermedad puede curarse únicamente mediante la oración? ¿Y cómo te atreves a sugerir que las curaciones de Jesús pueden repetirse hoy?”. Sin embargo, ella persistió y tuvo éxito en el establecimiento de una religión que aborda esos puntos y continúa a través de la práctica individual y de las curaciones de aquellos que estudian hoy día la Ciencia Cristiana.

Los Goliats modernos de las mujeres crecen en importancia, incluyendo igualdad salarial y de oportunidades en el trabajo, equidad en la representación en los puestos de autoridad y enfermedades consideradas específicamente de mujeres. La historia muestra que las mujeres han estado en su gran mayoría insuficientemente representadas, teniendo en cuenta su impacto en el mundo y las grandes reformas que han aportado a la sociedad. Eddy fue una de esas mujeres y, a menudo, enfrentó el escepticismo acerca de su lugar en el cristianismo.

Al responder a la pregunta: “¿Deben los cristianos tener cuidado con la Ciencia Cristiana?”, su respuesta incluyó el inalienable derecho de la mujer a contribuir en “los puestos más elevados”. Dijo: “En la ley natural y en la religión, el derecho de la mujer de alcanzar el grado más alto de entendimiento iluminado y de desempeñar los puestos más elevados en el gobierno es inalienable, y estos derechos son hábilmente vindicados por los representantes más nobles de ambos sexos. Ha llegado la hora de la mujer, con todas sus dulces amenidades y con sus reformas morales y religiosas”.

Estas convicciones me inspiraron durante una reunión que tuve con un senador y con tres personas más que vinieron conmigo, todas mujeres afiliadas a mi iglesia. El senador expresó asombro por estar, por primera vez durante su ejercicio político, reunido con una delegación integrada solo por mujeres de una iglesia. Estaba impresionado de que nuestra iglesia reconociera la preparación espiritual y las capacidades de liderazgo de una persona, más que dar tratamiento preferente o jerárquico a los hombres.

Por supuesto, al fin y al cabo yo sabía que las ideas que cada uno aportara tenían poco que ver con el género y más con las cualidades vitales que ambos, hombres y mujeres, son capaces de expresar, tales como la humildad, la caridad, el respeto, la amplitud de miras, la disposición a colaborar. Estas cualidades tienen un mayor impacto de bien cuando las aportamos a nuestros debates en reuniones de trabajo, en reuniones de la comunidad y, por supuesto, en la manera en la que dirigimos nuestras propias vidas.

“El reformador ha de ser un héroe en todo sentido”, observó Eddy en un mensaje que escribió a su iglesia en 1900, “y tiene que conquistarse a sí mismo antes de poder conquistar a otros”. Empezamos a conquistarnos a nosotros mismos cuando nos identificamos con las abundantes cualidades espirituales que poseemos, más que con las etiquetas limitadas de género que la sociedad nos ha asignado. Este inspirado punto de vista espiritual sobre nosotros mismos nos capacita para empezar a enfrentar y conquistar los Goliats en nuestras vidas, y quizás a ser nuestra propia versión de la Mujer Maravilla.

 

Ingrid Peschke escribe regularmente sobre espiritualidad y salud. Como Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Massachusetts, EUA Twitter: @Impeschke

Artículo publicado originalmente en Huffington Post, @HuffPost

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