Reforma política, antepongamos la razón al impulso

Mg Jorge Luis Martínez, autor de estas líneas

“¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”, el grito estremece al público en la penumbra del paraninfo de la Universidad de Salamanca. El escenario en el que Miguel de Unamuno se enfrenta con gesto heroico y verbo acertado a la exaltación de la violencia y el odio sectario de ponentes y congregados. “Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta”, dice Unamuno en la versión difundida por Hugh Thomas. “Pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España”. Lo demás es historia conocida.

Los proyectos de ley en manos del Congreso de la República fueron enviados por el Presidente Martín Vizcarra en persona y todo su sequito muestra un total desconocimiento de la realidad política en nuestro país. Lo que muestra que no se puede gobernar un país de acuerdo al humor de la tribuna a fin de quedar bien parado en las encuestas, pues no estamos en la Roma donde los emperadores realizaban las famosas competencias entre gladiadores en aras de calmar el humor de la plebe. El señor Martín Vizcarra tiene que gobernar pensando en el futuro; esa es la función de un estadista, si es que lo que quiere Usted es pasar a la historia.

Cierto es que la aprobación del Poder Legislativo está por los suelos, y que el pueblo peruano está indignado con la conducta de muchos de los legisladores. Pero no es menos cierto que entre los proyectos de ley que el Presidente Vizcarra propuso al parlamento hay una contradicción respecto a lo que concierne el Parlamento. Pues si para ser senador se necesita experiencia parlamentaria, ¿cómo puede ganarse experiencia si no hay reelección? El señor Martín Vizcarra debe recordar que solo un veinte por ciento de los congresistas son reelegidos y que los problemas de conducta conciernen a legisladores que han accedido por primera vez. O quiere acaso ejemplos: hay muchos desde el periodo del ex presidente prófugo ahora de la justicia.

Desde esta tribuna hemos señalado que la mejor medida que hay proponer al país de miras a salir airosos de esta grave crisis política es una reforma constitucional que tenga como objetivo reformar, valga la redundancia, los mecanismos de elección de nuestros representantes. Y que esta reforma tiene que contemplar la eliminación del voto preferencial, pues esta es una institución que ha hecho mucho daño a la participación política. Un mecanismo que ha traído como consecuencia  que “el que tiene más plata ocupe los primeros lugares”; esto, sin restarle responsabilidad a las agrupaciones políticas que se prestaron a ese pernicioso juego.

A esta altura, señor Martín Vizcarra, no queda otra cosa más que jugar el juego de la transparencia. Desde el momento mismo de las elecciones internas de los partidos o agrupaciones políticas, haciendo que estas conformen las listas parlamentarias con apoyo de la ONPE y el JNE. En aras de que los candidatos en el escenario interno den fe de sus años de militancia, ventilando antecedentes penales y judiciales, al igual que el secreto bancario e, incluso, la reserva tributaria. Pues no podemos seguir permitiendo el “cualquierismo político”.

Al hacer lo anterior, señor Martín Vizcarra, otro punto que usted debe tener en la mira es la pobre representación política que existe actualmente en el Congreso de la República. Para muestra un botón: en el caso de Lima donde salen elegidos treinta y seis congresistas, casi nadie o nadie representa a Lima Norte, o a San Juan de Lurigancho (un distrito que tiene cerca de un millón de habitantes) o a Lima Sur. La poca representación origina rechazo ciudadano, señor Presidente. ¿O acaso los guarismos que arrojan las encuestas no lo llevan a sopesar la pobreza franciscana en lo que concierne a la representación parlamentaria, señor Presidente?

Dar muestras de inteligencia y sensatez en estas horas críticas para la política en nuestra patria es un imperativo, señor Martín Vizcarra. Por eso, no descarte solicitar el aumento del número de diputados en el próximo congreso bicameral. Ciento cincuenta diputados, por lo menos, proponiendo al mismo tiempo cincuenta curules para los senadores. Esto, garantizándole al ciudadano de a pie que no se le asignará un solo Sol más del presupuesto al Congreso de la República. Basta con lo que se le asigna ahora. Nuestro país esta subrepresentado, eso es una realidad; sostener esto puede resultar impopular, pero no por ello se pueden plantear absurdos a fin de reformarlo.

Las encuestas son solo una fotografía del momento y gobernar de acuerdo a ellas no es bueno, pues más adelante, más temprano que tarde, la política nos pasará la factura. Gobernar para quedar bien con la tribuna no es lo que corresponde, ahora ni nunca. Ya sabemos en que termina todo esto. Y para los que no lo saben o quieren hacer pensar que no lo saben, les sugerimos que den una atenta mirada a nuestra reciente historia.