La fuerza de Lavajato

Mg Jorge Luis Martínez, autor de estas líneas

“No se ha descartado ninguna medida para lograr el objetivo de destruir la corrupción. Todo ello cumpliendo los procedimientos y mecanismos establecidos en la propia Constitución”, he ahí la respuesta del presidente Vizcarra al periodista de la Cadena Internacional CNN cuando el hombre de prensa le preguntó si estaría dispuesto cerrar el Congreso. Y en relación a las demás instituciones peruanas dijo que “Realmente hay una alianza entre los corruptos que quisieran mantener la situación como está y nosotros vamos a trabajar frontalmente para cambiar esta situación". Estas declaraciones del presidente son para lamentar. El presidente personifica a la nación y es el principal embajador ante el mundo a fin de proyectar la imagen de un país que se ve como un destino para la inversión extranjera, lo que nuestro país requiere para generar puestos de trabajo. Parece que el presidente ignora que los capitales fluyen hacia países con estabilidad política y jurídica.

El presidente está por calles y plazas como si fuera estuviera en medio de una campaña presidencial manifestándose contra la corrupción. Eso no que tendría por qué estar mal lo es porque el señor Martín Vizcarra parece olvidar que es él quien dirige el Ejecutivo y que si quiere combatir la corrupción no debe rodearse ni codearse con corruptos. La torpeza de reunirse con un ex presidente renunciante por actos de corrupción la semana pasada demuestra su inocencia en los avatares políticos. Hay que recordarle al presidente que la cuestión de confianza solo procede sobre políticas de Estado y que el referéndum no es política pública. El referéndum es un mecanismo constitucional que tiene engranajes y lógica de desarrollo que les son propios. Parece ser que la baja de dos puntos en la última encuesta ha puesto nervioso al presidente y hace que vaya dando mazazos al Legislativo con la esperanza de remontar un poco la pendiente.

Dicho esto, debemos señalar que nunca hemos visto tal cosa como el cargamontón, a cargo del grupo que justamente defendía al anterior Fiscal de la nación y al también expresidente renunciante, que quiere traerse abajo al Fiscal de la Nación Pedro Chávarry. Uno del cargamontón defendió al exfiscal de la Nación Pablo Sánchez cuando se le quiso acusar constitucionalmente, y ahora ese mismo señor es el adalid de la lucha en contra de la interferencia de poderes. ¡Coincidencia!, se escucha decir por ahí, ya que esto sucede cuando desde el Brasil llegan pruebas de involucramientos en el Lavajato. Ingenuos los que así gritan, pues es el temor a lo que pueda suceder a partir de ellas lo que genera el cargamontón. Es el miedo a que sigan llegando más pruebas desde el Brasil. El miedo no tetaniza, aquí moviliza intereses a los que se suma la acción de algunos medios de comunicación.

Así están las cosas, queda claro que en el fondo a Martín Vizcarra no le interesa ninguna reforma política, ni la gobernabilidad, ni nada que se le parezca. O no se da cuenta que si clausura el Congreso de la República de manera constitucional (en el hipotético caso que presentara una cuestión de confianza sobre alguna política de Estado) habría elecciones legislativas el año próximo y la legislatura ordinaria recién se iniciaría en julio próximo y que por ende el debate de esa manera se pospondrá; pues solo en el Congreso de la República se puede legislar sobre las reformas en cuestión. Esperemos pues que las aguas se tranquilicen, un país no puede estar enfrentándose diariamente y un presidente tiene que mantener la cordura y la calma. Con este clima político puede surgir un radical que desaparezca lo poco de institucionalidad que queda en el país.