Grover Pango, autor de estas líneas
Hace pocos días una delegación peruana del Consejo Nacional de Educación visitó Guatemala por primera vez, pero ya antes en otras ocasiones delegaciones guatemaltecas han visitado el Perú. Los lazos están tendidos y se evidencia una fraternidad creciente.
Como sin duda ocurre con muchas instituciones hermanadas por sus objetivos, los Consejos de ambos países se reunieron para exponer realidades, identificar posibles tropiezos, confesar equivocaciones, recomendar estrategias y fortalecer convicciones. Para ambas entidades resulta indispensable tener claridad en las prioridades y formular instrumentos de política educativa que merezcan el mayor consenso y la necesaria continuidad.
Con sus singularidades, la educación en Guatemala y Perú tiene muchas similitudes aunque siempre haya rangos de magnitud diferenciadores. Como en nosotros, la calidad de los aprendizajes está en cuestión junto con una efectiva actualización de la función docente. Asimismo hay preocupantes brechas por saldar. En cambio, la densidad poblacional en territorio pequeño allá contrasta con la dispersión en la inmensidad geográfica andina y amazónica nuestra.
Quizás esté llegando la hora en que las políticas educativas de nuestros países sea el producto de reflexiones calmadas. Así la tarea de ejecutarlas -a cargo de los gobiernos de turno- estaría menos expuesta al aturdimiento o la improvisación.