Reformas constitucionales y no cambio de la Constitución: ahí está el detalle

Mg. Jorge Luis Martinez, autor de estas líneas

El pasado domingo, en un programa político de cable, el actual ministro de Justicia dio unas alarmantes declaraciones en torno a la convocatoria de una Asamblea Constituyente. “Es interesante, no lo descartamos (…) para futuro seguramente, el tiempo lo dirá. No hablemos de un futuro inmediato”, dijo el ministro. “También sería importante acudir a una revisión integral. Estamos desde 1992 con una constitución del Estado, el país tiene una visión diferente, sería necesario (…) esto lo dejo como concepto, que no se entienda como una decisión política en absoluto”, acotó. No solo eso, cuando le preguntaron sobre la posibilidad de cambiar el capítulo económico de la Constitución, el mismo que abrió la economía de nuestro país al mundo, el ministro Vicente Zeballos afirmó que eso “sería materia de revisarlo, especialmente en una mayor presencia del sector público”.

Lo preocupante de estas declaraciones es que se dan en medio de una crisis política que está afectando nuestra economía. El ministro de Justicia es el asesor legal del Presidente y su palabra no es la de cualquier político, sino de alguien que dirige los destinos nada menos que del sector Justicia. Preocupan estas declaraciones porque el Gobierno tiene que dedicarse justamente a impulsar la economía, a reconstruir el Norte, traer inversiones de afuera. No obstante, con este tipo de declaraciones solo se generan dudas dentro del empresariado nacional e internacional. Parece que el señor Vicente Zevallos no se da cuenta que estas noticias rebotan en otros medios internacionales.

Así las cosas, cabe decir que lo que ha dicho el ministro Vicente Zeballos no es gratuito. Corresponde a una estrategia política. El Gobierno salió triunfante con lo del Referéndum que se celebrará en dos semanas. Lograron arrinconar al Legislativo. Hoy el fujimorismo está quebrado, su lideresa en prisión, y varios de sus principales colaboradores también, y su representación legislativa está dividida. Lo único que faltaría, en esta dinámica, es liquidar la Constitución de Alberto Fujimori, como la llaman algunos. La bancada del señor Pedro Pablo Kuczynski, no está demás decirlo, también se ha quebrado y cada uno por ahí va buscando el lugar que mejor le convenga. La izquierda en el Parlamento por su parte está detrás de una convocatoria a una Constituyente. Siempre lo han dicho, hoy más que nunca.

Ante este hecho, nosotros creemos que esa supuesta convocatoria generaría más inestabilidad de la que existe hoy. Nadie sabe quiénes serían los elegidos para redactar esa nueva Carta Magna, y que cambios harían al capítulo económico que en buena cuenta es la madre del cordero. Hoy el mundo exige a los países seriedad para poder trabajar, nadie invierte en un país plagado de corrupción y una nueva Constitución no será la varita mágica para dar cuenta de este flagelo. Veamos lo que sucedió con el escándalo Lava Jato, escándalo de corrupción a consecuencia del cual el Estado peruano perdió miles de millones de soles. Ojalá la justicia alcance a los responsables de ese latrocinio, las leyes, no está demás decirlo, para vencer a la corrupción existen.

Hace buen tiempo desde esta tribuna hemos señalado que deben realizarse reformas a la Carta Magna, sobre todo en lo concerniente a la reforma política (número de representantes, bicameralidad, voto voluntario), también en lo que respecta al tema de la justicia. Suficiente. Una nueva Constitución traería más inestabilidad, no se sabría quiénes serían los elegidos que redactarían sabiendo que en nuestro país los sectores radicalizados justamente quieren eso. Hay que pensar racionalmente. ¿Nos ha generado esta Constitución crecimiento?: la respuesta es sí. Lo penoso aquí son los gestores públicos, quienes no han sabido administrar la riqueza generada. El tema de la corrupción es un asunto, aunque grave, de personas y no de Carta Magna. Nuestro país ha tenido más de una decena de Constituciones, a estas alturas cambiar de nuevo el texto fundamental solo daría muestras de una completa inmadurez política.