Lo siento mucho

Grover Pango, autor de estas líneas

Poco se puede esperar del referéndum del domingo 9. Se vote mayoritariamente -o se rechace- que la institución decisora de la justicia cambie de nombre y funciones, que los deteriorados partidos políticos no sean financiados como hasta ahora, que los actuales parlamentarios no puedan ser reelectos de inmediato y que la bicameralidad se restituya no cambiará el drama ético, institucional y humano de nuestro país. A lo sumo será un tenue referente.

Este referéndum trasladará a la gente una especie de arbitraje directo y le permitirá desahogar algunas broncas ya incontrolables,  aunque no sea recomendable que se tomen decisiones bajo síntomas de enojo. Queda en pie su relativa utilidad terapéutica pero se pierde la ocasión de consultar sobre asuntos que demanden reflexiones más asertivas. Vivimos hoy lo que todos, en menor o mayor medida, hemos ido consintiendo o ejerciendo. Se detesta tanto el accionar de los congresistas que pareciera olvidarse que están allí porque un número importante de electores votó por ellos. El voto es una forma de escogencia y tanto o más culpable que el elegido es quien lo eligió. De paso que la no reelección impide que permanezcan los mejores, aunque sobraran los dedos de las manos.

Finalmente la dicotomía Si – No es tan categórica que cancela matices. Está hecha para confrontar, no para discernir. Ya habrá tiempo para lamentarlo. Lo siento mucho.