¿Partido único?

Mg. Jorge Luís Martinez Mantilla, autor de estas líneas

"El Partido Nacionalista está incluido como imputado para efecto de que, en caso lograr una sentencia condenatoria, pedimos la disolución del partido luego de que sea instrumentalizado para efectos de lavado de dinero", dijo el fiscal Germán Juárez Atoche a la hora de presentar la acusación formal contra el expresidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, por el delito de lavado de activos. No cabe duda, las declaraciones son polémicas porque allí se ve en ella reflejada la intención política que al Ministerio Publico le inspiran los partidos políticos investigados y signados como organizaciones criminales.

Cierto es que Ollanta Humala y Nadine Heredia son los fundadores del Partido Nacionalista, muy cierto, pero no es menos cierto que esta organización tiene su propia ideología y cuenta con militantes y adeptos, quienes tienen el pleno derecho de participar en la vida política del país tal como lo señala nuestro texto constitucional. Como tampoco es menos cierto que los partidos políticos constituyen el sostén de la democracia, algo contra lo que el Ministerio Público, olvidando el simple hecho que las responsabilidades penales de algunos políticos que han ocupado altos cargos por elección popular son individuales y que por ende no tienen por qué responsabilizar a la organización política.

Los fiscales, que quede muy en claro, no pueden de ninguna manera politizar sus investigaciones. La Fiscalía no puede continuar desplegando perversamente su estrategia de criminalizar la política. ¿Qué es lo que se proponen?, acaso la desaparición de los partidos políticos al barajar la tesis de “organización criminal”. ¿O están allanando el terreno para algún candidato afín al régimen? Lo sostenido por el fiscal Germán Juárez Atoche legitima, quién podría decir que no, este tipo de interrogantes. Máxime si tan solo los partidos políticos opositores al señor Martín Vizcarra han sido calificados de forma tan oprobiosa.

Decimos esto, pues no hay que olvidar que el partido que llevó en su fórmula presidencial al señor Martín Vizcarra también es investigado por haber recibido dinero de la constructora  brasileña Odebrecht. ¿Por qué no miden a esta organización política con la misma vara que miden a los partidos de oposición? Nada nos impide inferir que la Fiscalía juega el patético juego de aquellos que quienes atentan contra la condición sine qua non de la existencia de todo régimen democrático, los partidos políticos, catalizadores por excelencia del pluralismo político y en consecuencia de la vida en libertad.

Ni siquiera Odebrecht se ha hecho merecedora de tal calificativo. Convertida en colaboradora gracias al vil acuerdo firmado con nuestra Fiscalía, la multinacional brasilera Odebrecht podrá participar nuevamente en las licitaciones futuras. Mientras, si es que lo que sostiene el fiscal Germán Juárez Atoche se traduce en hechos, los partidos políticos de la oposición a los gobernantes de turno, estigmatizados por siempre como “organizaciones criminales”, tendrían en muy buena cuenta sus horas contadas.  

La criminalización de las organizaciones políticas debe parar de inmediato. Debe ponerse coto al inefable proceso de criminalización de la vida política que se inició el año pasado cuando el presidente Martín Vizcarra, avasallando al Poder Legislativo, pedía, mañana, tarde y noche, por donde iba, la cabeza del Fiscal de la Nación. Al precio de olvidar que tenía que gobernar en lugar de generar  inestabilidad y enrarecer el ambiente político. Y perjudicar a la dinámica económica,  olvidando que un presidente debe unir y no generar enfrentamientos fratricidas.  Olvidando que hay que ser tolerante con las ideas y opiniones de los que no comparten sus puntos de vista.

Señor Martín Vizcarra, los entendimientos en política son buenos para la democracia. Deje de hincar al Poder Legislativo con el proyecto de Reforma Política que algunos “notables” le han diseñado. Deje de apostar por la confrontación para recuperar puntos en las encuestas. Deje laborar a la Comisión de Constitución, esta está en lo suyo. Respete la dinámica de los procesos parlamentarios, los procesos en el seno del Congreso de la República tienen sus tiempos. Así siempre ha sido. Deje trabajar al primer poder del Estado, ya bastante daño ha hecho negando posibilidades a la bicameralidad y a la reelección de los congresistas. Una a los peruanos. Únalos, más allá de las diferencias ideológicas que los puedan separar. Deje de promover la confrontación.