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Lunes 09 de agosto 2021

Un gabinete, dos gobiernos

Por: Fernando Valdivia Correa
Un gabinete, dos gobiernos
Foto: Difusion

El 25 de mayo pasado, en conferencia de prensa en la ciudad de Huánuco, el entonces candidato presidencial Pedro Castillo Terrones declaró sobre Vladimir Cerrón “… (Sic)..., está impedido judicialmente y no lo van a ver ni siquiera de portero en ninguna de las instituciones del Estado”. Más de 2 meses después, la realidad ha demostrado cuan ingenuamente equivocados estábamos al creer en la “palabra de maestro”. Proclamado mandatario por parte del controvertible Jurado Nacional de Elecciones se aisló, vale decir, no pronunció palabra alguna respecto de la composición de su gabinete ministerial. Llegado el 28 de julio, ante el Congreso de la República repitió -cual formato preestablecido- que su gobierno tendrá como pilares la lucha frontal contra la corrupción y la defensa y respeto de los derechos humanos. Al día siguiente, en la Pampa de la Quinua (Ayacucho) designó como Primer Ministro al parlamentario cuzqueño Guido Bellido Ugarte, tomando juramento en la noche del mismo día a los demás integrantes del gabinete (salvo Economía y Justicia y Derechos Humanos, cuyos titulares lo hicieron recién veinticuatro horas después).

Bellido Ugarte como Premier ha generado el rechazo unánime de la clase política (incluso la caviarada deslizó la posibilidad de una vacancia presidencial), y de la mayoría de periodistas, quienes a voz en cuello exigen al señor Castillo su salida inmediata, pues resulta que este inicuo personaje está siendo investigado por la fiscalía por el delito de apología al terrorismo, a su vez que es un declarado -y descarado- confeso misógino y homofóbico. Toda una joya. Aunque desafortunadamente para el país, no es el único caso.

Héctor Béjar Rivera, con un discutible pasado como guerrillero (fundador del Ejército de Liberación Nacional Peruano), además de haber pedido la amnistía para el sanguinario delincuente terrorista Abimael Guzmán, ocupa el cargo de Canciller. Walter Ayala Gonzáles, dado de baja de la Policía Nacional del Perú en 1997 por falta disciplinaria grave, hoy se desempeña como ministro de Defensa. Y, Juan Carrasco Millones, Fiscal Provincial de Lambayeque, solicitó -y le concedieron- licencia sin goce de remuneraciones por motivos particulares, asumiendo la cartera de Interior. Ante este irregular nombramiento (por incompatibilidad entre ambos cargos públicos), atinó a decir que “todo estaba en orden”, que “no había hecho nada malo”, hasta que procedió a renunciar al cargo de Fiscal. No entiendo, si todo andaba de maravillas entonces, ¿por qué renunció?.

A las polémicas designaciones, hay quienes afirman que se trató de una estrategia (burda, por cierto) por parte del señor Castillo para provocar que el Parlamento no otorgue el voto de investidura, generando la caída del gabinete, y que repetido en segunda ocasión, daría pie al cierre del Parlamento, convocatoria a elecciones, y que se lleve a cabo la tan anhelada Asamblea Constituyente. Otros, en cambio no ven tanta astucia en el profesor Pedro, y más bien señalan que estas indecisiones se deben a la limitadísima capacidad en el manejo de la gestión pública. Sea una o la otra, lo cierto es que este gabinete ha nacido moribundo, pues tiene demasiados cuestionamientos en su origen (no democrático), amén de la falta de talento para la cautela y uso adecuado de los bienes y recursos del estado, por parte de la gran mayoría de ministros.

A esto, agregar un factor preponderante: el personaje político que escoge a los ministros y otros funcionarios de relevancia. O mejor dicho quien “corta el jamón” en el gobierno. Para todos es evidente que la respuesta tiene un solo nombre: VLADIMIR ROY CERRÓN ROJAS.

Por eso es válido afirmar que tenemos un solo gabinete, pero dos gobiernos. Uno, designado formalmente (para la foto) por Pedro Castillo; y el otro -el real, aunque en la sombra (aunque no tanta)- manejado directamente por Cerrón. Es, como suele decirse “la mano que mece la cuna”. Coincidiendo con Alberto Vergara “En los hechos, Castillo ya fue vacado por Cerrón” (La República, 3AGO2021).

La gran pregunta que nos incomoda, y pronto empezará a atormentarnos, es ¿Cuánto tiempo más durará esta forzada unión Cerrón-Castillo?. Temo que Castillo no podrá despegarse de su padre político, así a estas alturas esté deseando hacerlo. Le debe mucho, por no decir casi todo. Le dio un movimiento político para candidatear (y ser elegido presidente), logística (movilidad, alimentación, alojamiento, etc.), personal (equipos técnicos y legales), seguridad (hacia él y su familia), etc. En fin, tantas cosas, que si Cerrón es alejado (por ejemplo, le dan prisión preventiva por el caso de los “Dinámicos del Centro”), Castillo no duraría ni un mes al frente del ejecutivo. A contrario sensu, persistir estar al lado del ex-Gobernador Regional de Junín y sentenciado por corrupción no le permitirá tomar decisiones en beneficio de nuestro país. Una encrucijada que deberá asumir y resolver, más temprano que tarde, el actual inquilino de Palacio de Gobierno. El tiempo apremia, y es un lujo que hoy no podemos darnos como peruanos.

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