Mi amigo Alan García Pérez

Hoy, mientras ordenaba libros y documentos personales en mi casa, vino a mi mente escenas de mi fraternal amistad con AGP.

Ellas llegaron a mí con la velocidad de un rayo, recorriendo la historia de nuestra amistad, la misma que empezó poco tiempo después de su retorno al Perú, proveniente de la vieja Europa, a fines de los años 1970, en donde estuvo haciendo estudios de posgrado.

Por cierto, su sentida ausencia desde abril de 1917 en el escenario político nacional, en momentos en que el Perú vive una crisis política aguda desde hace varios años, trae al presente su persona y la resalta, poniendo sobre la mesa la necesidad de contar con políticos de la talla de AGP, todo lo cual debe haber incidido en mi, en lo que se refiere al súbdito venir a mi mente de un vasto recuerdo de nuestra amistad, la misma que incluía ciertas diferencias en cuanto al modelo económico que más le convenía al Perú.

Y por cierto y en relación directa con este venir de recuerdos, cómo no recordar un dicho de AGP, expresado durante la celebración de un cumpleaños mío en mi casa, en Santiago de Surco, que me dejó sorprendido a más no poder.

En efecto, durante el festejo de mi aniversario, luego de saborear la comida servida y de escuchar la música y el cantar que nos acompañaba, entre ellos el del zambo Cavero, que tanto le gustaba, AGP me dijo, inusitadamente, en una mesa que compartíamos, “Gustavo, no sabemos cuando nacemos , pero si podemos saber cuando morir”

El dicho no tenia pregunta a realizar pues era bien claro, sobre todo por el quejar que lo afectaba desde hace buen tiempo, el mismo que no tiene remedio pero si tratamiento.

Pero, por el entusiasmo que siempre me acompaña, atiné a decirle , “Alan, mientras vivamos dediquémonos a nuestra familia, a trabajar con justo afán y a entretenernos a todo dar, para despejar la mente y relajar el cuerpo, además de socializar, lo que siembre es recomendable, para todos los efectos.

En un arrebato de coincidencia, cuando estaba ordenando mis documentos personales, encontré una carta de AGP de 1995, de hace un cuarto de siglo, en la que muestra su amistad al amigo, su permanente preocupación por el devenir del Perú y siempre a la espera de la primera oportunidad para regresar al Perú.

Deseo, por ello, como producto de este “in prontus” venir de recuerdos de AGP, como producto de mi amistad con el, publicar una parte de la carta antes dicha que habla por si sola.