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REDES SOCIALES
Domingo 05 de junio 2022

APRA: ¿Qué hacer?

Por: Gustavo Saberbein Chevalier
APRA: ¿Qué hacer?
Foto: Difusión


Primero la acción en favor del pueblo y luego todo lo demás

El partido aprista peruano (PAP) debe desarrollar una campaña política para volver a encontrarse con el pueblo y para aspirar a conducir el país en bien de todos los peruanos.

Su inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) es importante, pero no es lo prioritario para reivindicarse ante los peruanos.

El partido del pueblo debe dedicarse, sobre todo, a explicarle a la población porqué estamos tan mal como país, por qué hay tanta gente que no puede encontrar un trabajo y por qué los salarios de los trabajadores se están reduciendo, además de hacer un mea culpa por su derechización en los últimos treinta años.
El partido aprista debe hacerle saber a los peruanos, también, que, para resolver nuestros graves problemas económicos sociales y políticos y salir adelante, requerimos un cambio importante, con el fin de aplicar una nueva política de gobierno y tener un gobierno con mayoría en el Congreso.

Este cambio no se avizora como una posibilidad inmediata, pero en todo caso, es posible, a más tardar, en el año 2025, cuando tengamos unas nuevas elecciones generales.

Entre tanto, es muy probable que la crisis económica y política que vivimos continúe tal cómo se presenta hasta ahora, por razones de falta de una mayoría clara en el Congreso y porque ni el Ejecutivo ni el Congreso cuentan con la capacidad necesaria para llegar a un acuerdo y lograr un gobierno concertado.

Y todo esto, a menos de un año de haber electo a un nuevo presidente que despertó grandes expectativas, pero que hoy, se sabe, no cuenta con los conocimientos necesarios para gobernar el Perú, ni para que sean aprobadas sus iniciativas legislativas por falta de respaldo en el Congreso.

El suicidio de Alan García, así como la convivencia del PAP con el fujimorismo neoliberal en el Congreso desde 2011 y el abandono de su posición política de izquierda democrática hasta convertirse en un partido proclive al neoliberalismo, le ha restado popularidad al aprismo y le ha menguado su atractivo electoral, hasta convertir al PAP en un partido sin inscripción ante el JNE.

Sin embargo, la crisis económica, social y política que sufrimos, no es el resultado de la evolución del país en los últimos 5 años, ni de los últimos 30 años. Es fruto de toda una historia de subdesarrollo de 200 años que en los últimos 5 se ha convertido en una grave crisis, sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.

Somos un país pobre, subdesarrollado, que no le permite a su mayoría poblacional tener un nivel de vida cómodo, o decente y que, en los últimos años, ha alcanzado un punto crítico.

A este efecto, debe recordarse que, el modelo de sociedad individualista, neoliberal, impuesto en el Perú durante las últimas tres décadas, no trajo mayores mejorías en el campo económico.

Sin embargo, el neoliberalismo frenó primero y luego empeoró la situación social existente en la salud, educación y seguridad ciudadana, así como, también, empeoró el reparto de los ingresos.

En efecto, en las últimas tres décadas hemos tenido un bajo crecimiento promedio anual del Producto Bruto Interno (PBI) de solo 3.6%, es decir, una tasa de crecimiento económico anual que es insuficiente para que el Perú reduzca al mismo tiempo la pobreza y la informalidad e insuficiente, también, para que logre una acumulación de capital capaz de mantener en el largo plazo una tasa de crecimiento del PBI anual igual o superior al 6%, tal como se logró de manera excepcional durante el segundo gobierno aprista de Alan García durante 2006-2011, en el que el PBI creció a una tasa promedio anual de entre 7% y 8%, a pesar de la Gran Recesión y Crisis Financiera Internacional de 2007-2009.

Fue un extraordinario desempeño económico y social, claramente, uno de los mejores de nuestra historia republicana, a punto tal que el presidente de EUA Barack Obama, calificó al mismo como un “Milagro Económico”, milagro que no se repitió ni antes ni después del segundo gobierno aprista de Alan García durante los últimos 30 años.

Un crecimiento sostenido anual del PBI de 6% o más, durante una generación, es decir durante 20-25 años, es un primer gran paso, de largo plazo, que estamos obligados a dar, si queremos desarrollarnos, tal como lo hizo en el último siglo, el Japón, Taiwán, Corea del Sur y China.

Estos países, grandes o pequeños, que han tenido éxito en su desarrollo, lo han hecho contando con el establecimiento de un Estado soberano, garante del orden y la convivencia social, un Estado que planifica la estrategia de desarrollo de mediano y largo plazo, así como la ejecución prioritaria de determinadas obras y metas a alcanzar, además de evitar los abusos de mercado por razones de monopolio u oligopolio y de castigar severamente todo acto de corrupción pública o privada.

Todo ello, teniendo como un importante objetivo de política económica la exportación y producción de bienes a precios competitivos internacionalmente, así como, también, la atracción de grandes flujos de inversión extranjera que, no solo aportaban capital, sino que, también, traían el “saber hacer” y la tecnología moderna requerida.

En cuanto a salud, no hay sino que recordar el pobrísimo desempeño de nuestros servicios de salud ante el embate del C19 para saber cómo lo dejó el neoliberalismo después de tres décadas de aplicación gubernamental.

Pruebas visibles de los pobres resultados alcanzados en ese periodo, son los esforzados y muchas veces inútiles esfuerzos realizados en el año 2020 por los familiares de los enfermos de C19 para poder encontrar un cuarto hospitalario con cuidados intensivos, o, recordar el corre corre, en la ciudad de Lima, de un gran número de familiares de enfermos de C19 para tratar de encontrar y comprar un balón grande de oxígeno con el fin de procurar salvar la vida de sus seres queridos.

De no haber sido por el trabajo infatigable, en algunos casos heroicos, de la totalidad de médicos, enfermeras y personal administrativo del sector salud, la mortandad producida por la pandemia C19 hubiera sido mucho mayor.

Con respecto a la educación, el bajísimo resultado que hemos alcanzado como país, en cuanto a los resultados obtenidos por los estudiantes peruanos que se sometieron a las pruebas o exámenes del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), habla por si sólo de lo mal que estamos y de lo mucho que hay por hacer en el campo de la educación.

Más aún, después de comprobar el bajo nivel de educación de nuestros estudiantes y de la mala situación de nuestra infraestructura educativa, luego del alejamiento de las aulas escolares debido a la pandemia del C19 en el 2020 y 2021 y el retorno a las clases presenciales en el 2022.

En cuanto a seguridad ciudadana, no hay sino que consultar las encuestas de opinión pública para saber que cada vez empeora la seguridad ciudadana a nivel nacional.

Por cierto, cada vez es mayor el número de personas, de todas las edades, que han sufrido un asalto con el fin de robarles objetos de índole diversa o dinero, en la calle o en su casa y que en muchos casos, ello ha significado fuertes contusiones, heridas o muerte de la(s) persona(s) asaltada(s).


Ni que hablar de la gran desigualdad de ingresos que existe en el Perú de hoy, tal como lo acreditan las encuestas que a este respecto se realizan periódicamente.

De manera específica, la desigualdad se incrementó notoriamente después de que se alcanzara el punto mas alto del número de afectados por la pandemia C19, principalmente por la prohibición del tránsito vehicular o a pie en el año 202O y parte del 2021, que dejó a millones de peruanos sin trabajo y más recientemente, también, por la reducción de ingresos que significa el fuerte crecimiento de la inflación proveniente de la guerra de Rusia con Ucrania y de las medidas adoptadas por países desarrollados del Occidente contra Rusia y su respuesta.

Ante esta deplorable situación económica y social, pocas veces vista en nuestra historia republicana y ante la inexistencia de una auténtica dirigencia nacional partidaria, los cuadros y militantes apristas, que vamos o no vamos a los locales del PAP, debemos realizar, por iniciativa propia y de manera directa, la acción política antes descrita, en todo distrito o provincia en que existan apristas, esté o no esté funcionando el partido.

Solo con la voluntad del pueblo podremos salir del marasmo en que nos encontramos y realizar el cambio de política de gobierno antes mencionado que necesitamos.

Por eso tenemos que ganarnos la voluntad de la mayoría de los peruanos para que, luego de una victoria electoral, podamos realizar un cambio de rumbo mediante la aplicación de una nueva política económica destinada a aumentar de manera significativa y sostenida la producción, el empleo y los ingresos de los trabajadores, tanto de los que viven de su trabajo como asalariado en el llamado sector formal, como de los que realizan un trabajo cuasi empresarial, en el denominado sector informal, el mismo que emplea al 77% de nuestra población activa.

La acción política antes descrita es, ahora, más que nunca, necesaria, porque nuestro país está retrocediendo, en otras palabras, involucionando. La mayoría de nuestra población no sólo se está empobreciendo, sino que, el Perú como nación, se está desintegrando por falta de norte y liderazgo.

Pero la acción política a realizar no será tarea sencilla ni tampoco trabajo de corto plazo, porque el nivel ciudadano de nuestro país es bajo, si por ello entendemos la poca identidad nacional que tenemos y el gran déficit de educación cívica que nos caracteriza.

Este déficit cívico contribuye a la desunión de nuestra población y a la falta de conocimiento y ejercicio de nuestras principales libertades, derechos y obligaciones.

No resulta extraño por ello que gran parte de nuestra población adulta desconozca aspectos fundamentales de nuestra historia y Constitución.

Por otro lado, la acción política aprista a realizar, no tiene portavoces calificados conocidos, libres del proceso de desgaste de nuestro partido como consecuencia de su vinculación al fujimorismo de Keiko Fujimori, presente en el Congreso desde el 2011 y de la inaudita alianza electoral con el partido de derecha, denominado Partido Popular Cristiano (PPC).

Todo ello no son sino obstáculos a superar con trabajo, fe aprista y compromiso nacional. Formemos pequeños grupos de acción política en base a la existencia de los miles de militantes y cuadros apristas que poseen las condiciones necesarias para llevar a cabo la tarea antes mencionada, en bien del Perú y nuestro partido.

El partido del pueblo tiene muchos militantes y cuadros que no hacen vida partidaria desde hace buen tiempo por disconformidad con la línea política del partido y la conducta de sus dirigentes. Ellos están presentes en todo el país y deben sumarse a los compañeros que a pesar de todo lo sucedido en el APRA durante las últimas décadas y honrando a VRHT aún hacen vida partidaria, dando la pelean desde adentro.

Todos ellos, unidos, estamos llamados a cumplir esta tarea de acción política, poniendo a un lado la vieja costumbre aprista de que el partido solo debe hablar por intermedio de sus altos dirigentes, hoy inexistentes.
Ellos deben convencer al mayor número posible de peruanos sobre la necesidad de un cambio de gobierno y de la conveniencia de elegir un Presidente aprista con mayoría congresal para desarrollar nuestro país, expresándose y convenciendo en los lugares que residen, estudian o trabajan y en, general, en todo medio de comunicación masivo de Lima, provincias y distritos.

Dichos grupos deben ser coordinados por el compañero más capaz, en términos de conocimiento de la realidad actual, la necesidad del cambio y la propuesta aprista para salir adelante.

La tarea de hablarle a los peruanos y convencerlos de que la doctrina y programas de gobierno del APRA son una sólida base para un futuro gobierno aprista capaz de enmendar los entuertos políticos y económicos que hoy padecemos con el fin de enrumbar el país hacia su desarrollo, no va a ser, evidentemente, una acción de corto plazo, sino más bien de una tarea de varios años.

El APRA es visto actualmente por la población como un remedo del gran partido que fue a lo largo de su historia. Nuestro partido aparece ante las grandes mayorías como un partido qué ya pasó de moda y que es incapaz de ganar unas elecciones generales.

Por medio de la acción política debemos cambiar esta deplorable imagen partidaria, convenciendo con la fuerza de de la verdad sobre nuestro subdesarrollo y crisis actual y ofreciendo un cambio que renueve nuestra esperanza sobre un Perú mejor con la elección del PAP como gobierno y la aplicación de una nueva política y programa de Gobierno.

Un programa de Gobierno que propone el desarrollo de una economía capitalista mixta, dentro de la cual el Estado fomenta la inversión extranjera directa para la extracción de productos primarios y la elaboración de productos manufacturados, sobre todo para la exportación aunque también para el mercado interno, con un Estado regulador y garante de la libre competencia y un sector privado competitivo. Y todo ello, con el fin de construir un país libre, democrático y con justicia social.

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