Alguna vez leí que por mucho que los currículos escolares fueran actualizándose, como por ejemplo hoy corresponde a la adquisición de “competencias”, lo que siempre dará cimientos a nuestros muchachos/as será Cantar, Hacer Teatro y Jugar Ajedrez.
En lo que al teatro corresponde es notable el impacto que el teatro ofrece en el desarrollo de las personas. He conocido personalidades admirables, tanto en la autoría, actuación, dirección y promoción teatrales, cuyas trayectorias concitan admiración unánime y su contribución honra la cultura peruana. Adicionalmente y casi como anécdota, debo recordar que Reynaldo D’Amore, director teatral, ofrecía talleres especiales para los políticos.
Lo que ocurre en la ciudad heroica con el emblemático Grupo Teatral Tacna merece no sólo mención sino aplauso y apoyo. En estos días de octubre y aún noviembre está poniendo en escena, bajo el título de “La mujer de mi vida”, una adaptación de la novela “Gilda” del laureado narrador y docente tacneño Juan Torres Gárate. El suceso teatral es acogido en la “Casa Basadre”, desde hace tiempo convertida en un epicentro de cultura, honrando así la memoria de nuestro Historiador.
Importa mucho destacar la continuidad de los teatristas reunidos bajo el signo de su institución inspiradora como Generación GTT, en la que podemos encontrar varios jóvenes que, me consta, iniciaron su actividad teatral desde las aulas de estudios, tal el caso de Ingrid Cafferata, Arturo Bejarano o Alonso Helfer, así como la prosapia familiar de Zonja Giglio, recordando a su padre José Giglio Varas.
En tiempos de fugacidad, alienta mucho la continuidad del Grupo Teatral Tacna.