Si bien fue la versión de los hermanos Grimm la que tuvo más éxito a nivel mundial y quedó en la memoria popular, el primero que decidió llevar al papel el relato que desde hacía tiempo se difundía de forma oral fue el escritor francés Charles Perrault.
Lejos de limitarse a reproducir la historia que él había oído, el autor realizó algunas modificaciones y ofreció su interpretación en un volumen de cuentos publicado en 1697.
En esa antigua propuesta, la trama se destacaba por lo cruel, ya que tenía como objetivo lograr que las niñas no se relacionaran con gente desconocida. En ella, además, faltaba la escena del lobo disfrazado de abuelita que invitaba a la protagonista a consumir la carne y la sangre de quién él había descuartizado minutos antes.
Valiéndose de una obra dirigida al público infantil, Perrault intentó hacer de su escritura una entretenida lección moral que alejara a las muchachas de los peligros derivados del acercamiento con personas extrañas.
Si bien leer el material creado por Charles Perrault no aportará datos significativos sobre este clásico de la literatura universal que ha logrado cautivar a generaciones enteras, analizar esa versión y compararla con la que ofrecieron en 1812 los hermanos Grimm es una alternativa interesante para aquellos que quieran descubrir cómo un mismo cuento puede cambiar según quien lo narre.