El compositor y escritor alemán Richard Wagner, destacado maestro de una vanguardia o arte popular del porvenir, instituye un nuevo sistema de drama musical y reformula los ideales revolucionarios, políticos y sociales de toda una juventud en una noción de lo estético como progresivo y sometido justamente a los avatares y seísmos de las revoluciones sociales. Nacido el 22 de mayo de 1813, en un época de cambios esquemáticos, su biografía ofrece para la historia una serie de datos novelescos como la muerte de su padre siendo el aun muy pequeño o el segundo matrimonio de su madre Johanna con un actor y pintor alemán Ludwig Geyer a quien se le atribuye la paternidad del huérfano y con el tenia una relación muy cercana.
De este aspecto temprano de su vida se puede afirmar una inclinación del maestro por las historias de amor triangular y la abundancia de adulterios y parentescos ilegítimos en su obra. Se dedico a tiempo completo al teatro y a la música, estudiando en el Conservatorio de la ciudad de Leipzig desde 1831, allí recibió la enorme influencia de uno de sus más grandes héroes: Ludwig Van Beethoven.
De su primera etapa creativa han sobrevivido pocos títulos entre los que se destaca "Rienzi" (1842), luego se avocaría a componer sobre temas de historias, mitos y leyendas, siempre con libretos suyos, escritos de manera poética, pulcra y perfeccionista. Operas de gran magnitud como: "El Holandés Errante" (1843), "Tannhauser" (1845) o "Logengrin" (1850), abrieron el ardoroso camino para otras obras de titánico aliento en los que los temas preferidos por Wagner, coexisten entre la realidad y la ficción.
Su famosa obra "El anillo de los Nibelungos" (compuesta por cuatro operas sucesivas: "El oro del Rin", "La Valquiria", "Sigfrido" y "El ocaso de los Dioses") constituye su trabajo de mayor complejidad humana y fantástica, a lo largo de toda su historia; monumental obra que no es de extrañarse que le haya costado más de veinte años en terminar. Toda su sapiencia orquestal y colorido estético le hizo revolucionar el sentido de la música en sí, así como una visión más universal del teatro en el que se explotan todas sus posibilidades; su exilio en Zúrich desde 1849, por motivos políticos, le sirvieron para estos fines. Otras obras de importante y extrema sensibilidad por la que pasaba su vida en ese entonces, fueron las operas: "Tristán e Isolda" (1865), Parsifal (1867) y "Los Maestros Cantores de Núremberg" (1868). Ya en los últimos años de su vida Wagner se dedico a organizar festivales donde se representan sus propias obras, (Festival de Bayreuth, 1876) y con los cuales cobro fuerza su imagen como productor de obras teatrales, que llego a unirse a su ya creciente fama como compositor. Continuo realizando viajes promocionando de sus conciertos por toda Europa hasta el final de su vida, acaecida en 1883, al lado de su fiel esposa Cosima Wagner, una de las hijas del compositor Húngaro, Franz Liszt.
Wagner es un inmenso músico pero también es algo más: un animador cultural de reflexiones y polémicas que siguen en pie aunque no con la convulsa convicción de otros tiempos. En Francia dio lugar a un Wagnerismo de alto nivel estético: el Simbolismo de Mallarme, el Parnasianismo de Verlaine y Le conté de L'Isle, el precoz entusiasmo del poeta maldito por excelencia, Baudelaire. En España fue decisiva para el Novecentismo Catalán, la obra del pintor vasco Román de Egusquiza e incluso algunos autores de la Generación del 98 como Pio Baroja y Ramón del Valle Inclán.
En Hispanoamérica, el Modernismo de Rubén Darío, pago a su manera, la deuda con Wagner secundada por el músico belga Charles du Gouffre, radicado en Buenos Aires. Todos los escritores Estetizantes y Decadentistas del mundo desde Morris a D'Annunzio, desde Wilde a Julián del Casal, invocaron a Wagner. Diferentes pensadores y literatos discurrieron a favor y en contra de él a lo largo de toda la historia. George Bernard Shaw lo exalto como un anarquista y libertario, por el contrario de Hitler, que al subir al poder lo manipulo como emblema de su racismo demencial. Nada mantiene vivo a un artista como sus contradicciones, repicadas en la imaginación de los otros. Wagner es este orden, un ejemplo aun latente de genio, talento y revolución.