Bernardo Monteagudo

En estas fechas que se cumplen bicentenarios de la independencia de España, honramos la memoria del extraordinario personaje Bernardo Monteagudo.

Nacido en Tucumán en 1789, estudio abogacía en la Universidad de Chuquisaca ubicada en el Alto Perú. En mayo de 1809 encabezó la fallida rebelión de Chuquisaca.

En octubre de 1812, participó del Congreso Constituyente como diputado por Mendoza.

Al producirse la caída de Carlos Alvear, Monteagudo es desterrado. Residió en Londres, París y Burdeos.

En el viejo mundo observó el declive de los ideales revolucionarios que introdujo Francia. La anarquía sangrienta puso nuevamente de moda las ideas absolutistas.

Pudo regresar a Argentina en 1817 cuando Jose de San Martín lo nombró Auditor de Guerra del ejército de los Andes con el grado de Teniente Coronel. Redactó el acta de la independencia de Chile que firmó Bernardo O'Higgins en enero de 1818.

Acompaño a San Martin al Peru y se desempeño como su primer ministro. Eliminó la esclavitud, abolió la mita, ceso al arzobispo Las Heras de Lima, prohibió el juego, creo la Escuela Normal y la Biblioteca Nacional. Persiguió, expropio de sus bienes y expulso del país a 4,000 españoles.

Asimismo, emprendió una incansable labor propagandística en favor de la causa independentista. Todos los días publicaba proclamas, periódicos y noticias que alentaban la lucha contra los chapetones. Monteagudo manejo la opinión publica, era un experto en inventar psicosociales en favor de San Martin.

En el campo patriota se hizo de muchos enemigos. Entre otros, Faustino Sánchez Carrión, Jose de la Riva Agüero y Thomas Cochrane. En junio de 1822, aprovechando que San Martin se encontraba en Guayaquil con Simon Bolívar, un cabildo popular decide deportarlo a Panamá.

Fue convocado por Bolívar para seguirlo al Perú.  Encargado de organizar los Estados Unidos sudamericanos. En enero de 1825, fue asesinado en Lima cuando tenía 35 años de edad.

Mulato, trabajador incansable, valiente hasta la temeridad. Regresó fatalmente a Lima donde ya había recibido amenazas. Honesto, anticlerical, amigo de los indígenas. Bello, tenía gran predicamento con las mujeres. Poseía una pluma clara, de argumentación contundente.

Monteagudo era un intelectual de acción. Cambio varias veces de jefe porque se sentía imprescindible en la lucha revolucionaria.