(Desde Seúl).- No hay duda alguna que la política universal se ha convertido en fuente inagotable de enojos, aun para naciones tan prósperas como Corea y Japón que en las últimas 48 horas han vivido grandes remezones en su nivel público. La renuncia del primer ministro nipón Yukio Hatoyama y la derrota del oficialista Gran Partido Nacional (GPN) en los comicios regionales de la península, ciertamente son dignas de análisis. Hatoyama ha visto mellado su liderazgo de una manera patética y sistemática. Luego de su histórico triunfo de hace ocho meses sobre el Partido Liberal Democrático (PLD) – medio siglo en el poder – los japonenses no acertaron en hallarle valor propio a este próspero empresario, nieto nada menos que del fundador de la firma Bridgestone, cuya perspectiva de desarrollo en medio de los efectos de la crisis financiera internacional requería más gestos de orden político, sobre todo relacionados a la transparencia y honestidad. Su partido, el Democrático, es el que lo puso en la encrucijada de renunciar lo más pronto posible ante la inminencia de las elecciones para renovar el Senado que le devolverían al PLD su primacía en la patria del sol naciente. Lo ocurrido en las elecciones regionales de Corea, también podría enmarcarse en una especie de bofetada a los líderes provenientes de las esferas empresariales. El GPN tiene como cabezas visibles al presidente Lee, cuya carrera profesional se desenvolvió en Hyundai y de la que llegó a ser su presidente a la edad de 35 años, y a Chung Mong-joon, máximo titular del partido y nada menos que hijo del acaudalado magnate Chun Ju-yung, el creador de Hyundai Industrias Pesadas. El lenguaje de ambos, refieren aquí sus opositores, parece propio de un par de accionistas que tratan al pueblo como empleados a sueldo. El descontento de los más jóvenes tiene que ver con las tendencias autoritarias de Lee, negativamente sensible a las manifestaciones en su contra. La factura la ha pagado el GPN que habiendo obtenido el triunfo en 61 de 66 plazas regionales en las elecciones del 2006, ahora sólo ha ganado en 16 mientras que su rival, el partido Democrático, se ha hecho de 43. Chung ha presentado de inmediato su renuncia a la dirección de GPN. Lee todavía debe gobernar tres años pero estos comicios deben significarle una señal de alerta muy importante para cambiar su método de comunicación con las masas y el empecinamiento que exhibe para llevar adelante obras públicas dignas de mucha suspicacia. Los tigres de Asia se renuevan y todos esperan que sea para bien.
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