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Lunes 09 de agosto 2010

Las Universidades Populares Gonzales Prada: "Imágenes de una huella" - Parte I

Lo cierto es que sólo a partir de este primer acercamiento a las clases populares se pudo dar el segundo gran paso: la creación de las Universidades Populares. Así, en junio de 1916 el Centro Universitario en sesión acuerda su nacimiento. La Comisión de Propaganda para su organización estuvo conformada por Aparicio Castañeda, Julio Manucci, Víctor Incháustegui, Agustín Santa María, José Merino y Orrego. La Comisión de Charlas por su parte estuvo integrada por Garrido, Vallejo, Julio Rodríguez y Imaña. El 14 de julio se iniciaron las clases semanales en Trujillo en el local de la ?Liga de Artesanos y Obreros del Perú?. Años más tarde lograron también extenderse por otras zonas aledañas llegando inclusive a funcionar tres.
Lunes 09 de agosto 2010
Las Universidades Populares Gonzales Prada: 'Imágenes de una huella' - Parte I

Por Tito Agüero VidalTito Livio Agüero Vidal - Egresado de la facultad de derecho y  licenciado en Sociología en la especialidad de política (Pontificia Universidad Católica del Perú), egresado de la Maestría de Ciencia Política (UPIGV-ICD), Miembro del Taller de Estudios Políticos ¨Antenor Orrego¨, Catedrático de la Escuela de Ciencia Política (Universidad Nacional Federico Villarreal.

Introducción.-

Mi primer contacto con la producción bibliográfica de Eugenio Chang-Rodríguez (1926) fue en la Biblioteca de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (hoy Biblioteca Alberto Flores Galindo) a través de un libro suyo que me causo un gran impacto (La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre. México: Studium, 1957. 436 pp.). Después fue un ensayo que inicialmente había sido escrito en inglés pero que apareció traducido al español en la Revista Claridad. Tribuna de la Juventud Libre (“Mariátegui y el APRA en la redefinición del indigenismo“. Lima. # 10, 1980). Por último, cuando comencé a redactar mi tesis de licenciatura en sociología política (La temática indígena en los inicios del APRA (1930-1948): un estudio de cuatro intelectuales apristas. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, diciembre de 1997, 2 Tomos. 1400 pp.) leí su Poética e ideología en José Carlos Mariátegui (Trujillo: Normas Legales, 1986 238 pp.) Después tuvimos la suerte de conocerlo personalmente en 1999 y de ahí en adelante comenzó una relación de amistad que se mantiene hasta el día de hoy. Eugenio me encargo la revisión y redacción del Índice Analítico y Onomástico de la antología que preparo de Antenor Orrego (Modernidad y culturas americanas. Antenor Orrego. Páginas escogidas. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2004. 495 pp.).

La última aventura intelectual de Eugenio fue la redacción de sus memorias para ello le presentó a Rafael Tapia Rojas director del Grupo de Trabajo en Cultura del Congreso de la República el proyecto que tendría y tuvo tres tomos: Entre dos fuegos. Reminiscencias de las Américas y Asia (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2005. 530 pp.), Una vida agónica. Víctor Raúl Haya de la Torre (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2007. 378 pp.) y Entre dos fuegos. Reminiscencias de Europa y África (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2008.  319 pp.). En estas memorias colaboramos con Eugenio haciendo una revisión de los tres libros pero cuando leíamos  Una vida… le envié un correo donde le comunicaba que el c. Alberto Vera La Rosa tenía un valiosísimo archivo fotográfico y que nos parecía conveniente que algunas fotos podrían muy bien acompañar su libro. Eugenio respondió afirmativamente y nosotros rápidamente hablamos con Alberto, elegimos una buena cantidad de fotografías y nuevamente con el mismo Alberto redactamos las respectivas leyendas que acompañarían a las fotos. Terminada esta tarea se imprimió un machote y se le entregó a Rafael Tapia. Sin embargo, Rafael Tapia nos dijo que muchas fotos que eran inéditas no tenían un correlato directo con las memorias así que nos propuso, a Eugenio y a nosotros,  crear un capítulo (“Imágenes de una huella”) donde irían la mayoría de las fotos y nos pidió exprofesamente que  redactara veinte (20) textos.

“EL ESCENARIO TRUJILLANO Y NORTEÑO”

Trujillo y su entorno socioeconómico de las primeras décadas del siglo XX ha merecido múltiples descripciones y análisis (Alcides Spelucín: 1930, Enrique Cornejo Koster: 1936, Peter Klarén: 1970, Demetrio Ramos Rau: 1987 y Tito Agüero: 1997). Todos estos acercamientos puede muy bien ser vistos provisionalmente desde una esquema opositor dicotómico en el que lo viejo se opone a lo nuevo. Este primer aspecto se expresa en que culturalmente Trujillo sigue siendo todavía tributaria de la civilización precolombina Chimú, cuya presencia se manifesta físicamente tanto en los restos arqueológicos de Chan Chan, que se encuentran cerca de la ciudad, como en la existencia de una población indígena en la urbe y en los alrededores de la misma y que Trujillo tiene también  como rasgo central el ser una ciudad aristocrática, conservadora, colonial y española. Mientras que la segunda característica que ha  conseguido la atención de numerosos estudiosos peruanos y extranjeros alude no sólo al desarrollo lógico y natural de una capital de departamento sino y sobre todo al proceso  de modernización económica producto del desarrollo de las haciendas azucareras.Desde un punto de vista económico y sociológico esta matriz explicativa de naturaleza opositora se manifiesta con mayor claridad a partir del fin de la Gran Guerra (1918). Así, toda esta región  vio la emergencia de una serie de procesos macrosociológicos totalmente inéditos: concentración monopólica de la tierra y control del agua a manos de un puñado de inmigrantes extranjeros (personas naturales y/o jurídicas), constituyendo la hacienda Casa Grande, propiedad de los Gildemeister, la materialización de todo esto; desarrollo de la gran empresa capitalista moderna bajo la modalidad de enclave;  desplazamiento de la aristocracia regional de ascendencia española; decadencia y ruina del campesinado pequeño propietario; depresión urbana y del pequeño y gran comercio; emergencia de una intelectualidad que en un primer momento se expresará como una bohemía pero que después adquirirá características cada vez más sociales y políticas (Grupo Norte) y,  por último, el surgimiento de un proletariado rural en los Valles de Chicana y de Santa Catalina.

A nivel de la estructura social las relaciones sociales muestran la coexistencia estamentos sociales (aristocracia e indígenas) pero también la emergencia de una estructuración mucho más moderna (individuo, grupo y clase social). Así, en un mismo espacio geográfico conviven descendientes de españoles que son los que constituyen la orgullosa aristocracia latifundista trujillana que siempre había detentado el poder político, una novísima burguesía de origen extranjero que estaba ligada directamente con las nuevas inversiones que los termina finalmente desplazando social y políticamente y una ascendiente burguesía comercial que en un primer momento se beneficia con todo este proceso pero que después se verá arruinada, las capas medias que son los que desarrollaran la vida intelectual y por último los trabajadores, en su mayoría indígenas que son traídos a las plantaciones ante la ausencia de mano de obra bajo la forma de enganche. Aquí también se materializará esta oposición  y esto aparecerá nítidamente en las huelgas cañeras de 1912 y 1917-22 y en los años 30 con la aparición del aprismo.

“EL SEMINARIO CONCILIAR DE SAN CARLOS Y SAN MARCELO: PADRES LAZARISTAS FRANCESES”

El Colegio de San Carlos y San Marcelo de Trujillo, más conocido simplemente como  El Seminario, fue  fundado en 1625 por el Obispo Carlos Marcelo Corne. Cuando Víctor Raúl Haya de la Torre ingresa en 1905 a éste centro de estudios estaba ya dirigido por los sacerdotes lazaristas franceses de la orden religiosa de San Vicente de Paul. Estos curas no solamente habían huido de su país de origen, Francia, cuando comenzaron las persecuciones religiosas sino que además se caracterizaron por ser la mayoría de ellos jóvenes,  haber hecho el servicio militar obligatorio, pero sobre todo, y como buenos paisanos de René Descartes, por ser ideológicamente liberales y utilizar la razón como el principal instrumento de conocimiento. Todo esto convertía El Seminario en el principal colegio de todo Trujillo, por consiguiente, no debe llamar la atención que todas las familias quisieran que sus hijos estudiaran en sus aulas.

La prédica lazarista influyó grandemente en los futuros miembros de la Bohemia de Trujillo y/o Grupo Norte, especialmente en los casos concretos de José Eulogio Garrido, Antenor Orrego y Víctor Raúl Haya de la Torre. Lo primero que habría que decir  es  que todos valoraron la importancia de la libertad de pensamiento, por supuesto que todo esto era producto del  liberalismo ideológico de los curas. Esto les dio a todos ellos la capacidad crítica para cuestionar los idearios establecidos y/o convencionales; ello iba de la mano con los valores de la tolerancia, permisibilidad, comprensión y respeto por todas las ideas pero también, y sobre todo, la posibilidad de producir o crear un pensamiento propio. Esto último lo desarrollaron más tarde Orrego y Haya de la Torre y no tanto Garrido. Lo segundo a comentar es el racionalismo pero este no fue entendido a la manera comtiana u spenceriana, es decir, como una suerte de religión laica o una racionalidad instrumental en el que la razón se convierte en medio y fin en sí misma sino como años más tarde lo denominará Orrego como una razón vital: la racionalidad es aceptada sólo como medio u instrumento para acceder al conocimiento, como criterio para la toma de decisiones o como guía de conducta, etc. Por ese motivo, el tipo de razón que harán suya será aquella que no tiene incompatibilidades con la fe y tampoco demuestra una incapacidad para comprender todas las expresiones culturales producto de la sensibilidad y creatividad de los seres humanos (escultura, poesía, teatro, música, pintura, etc.). Un tercer componente tiene que ver con la investigación experimental e empírica, que fue desarrollada principalmente en los cursos de ciencias naturales, en el que los frailes franceses organizaban expediciones y/o excursiones a las afueras de Trujillo obligando a los alumnos a descubrir el fascinante mundo de la plantas, animales, geografía, etc. Un cuarto aspecto ha mencionar es el uso de diversas herramientas de investigación, en el caso de Haya de la Torre, por ejemplo, es interesante descubrir  el uso de los cuadros sinópticos en la historia y de los llamados mapas mudos en la geografía. Un quinto punto es que este culturalismo y sensibilidad estética inculcada por los padres lazaristas no estaban reñidos ni con las ciencias naturales ni con las matemáticas. Y en este punto es obligatorio mencionar el magisterio del p. André Lalande que dejo su huella tanto en Orrego como en Haya de la Torre. El sexto tema a comentar, aunque en este caso solo referido a Haya de la Torre, es respecto a sus materias predilectas. Habría que decir que desde esos lejanos años ya se prefiguraba claramente dos asignaturas –geografía e historia- que marcaran su derrotero intelectual futuro, ya sea cuando años más tarde, ya joven y sea profesor en la Universidades Populares “González Prada” o en su etapa adulta cuando redacte diversos ensayos y los reúna en dos libros: Espacio-tiempo histórico (1948) y Toynbee frente a los panoramas e la historia (1955). Por último, pero no por eso menos importante, es que El Seminario permitió no sólo cobijar en sus aulas a los futuros miembros de la Bohemia de Trujillo que con los años se desarrollara y darán vida al Grupo Norte y en los 30 al aprismo trujillano y peruano sino también inició la relación entre Orrego y Haya de la Torre que será determinante para la emergencia, vitalidad  y proyección del aprismo.

“LA BOHEMIA DE TRUJILLO: JOSE EULOGIO GARRIDO (1914-21)”

En la quieta y conventual sociedad trujillana en el que sus habitantes  sólo se movilizaban o salían de su somnolencia por algunas fechas de importancia (aniversario de la independencia, semana santa, navidad, año nuevo y una que otra fiesta religiosa)  no sorprendió en absoluto que José Eulogio Garrido (1888-1967), muy bien secundado por un joven Antenor Orrego (1892-1960), reuniera a los jóvenes más brillantes y destacados del medio. Casi todos habían pasado por las aulas del prestigioso Seminario  y por la Universidad de La Libertad; además en su totalidad eran aficionados a las letras, a la declamación poética, al estudio literario y a la creación  literaria misma, aparte de la actividad periodística propiamente dicha.

Esta sociedad  juvenil de carácter y/o naturaleza esteticista y literaria tuvo a su vez dos etapas muy marcadas: la primera, de 1914, que alude a sus orígenes y la segunda, de 1917 a 1921, que es la de su crecimiento y apogeo. Durante el primer período la Bohemia giró alrededor de la revista Iris (1914), de las primeras veladas juveniles, y donde Garrido, el animador principal del movimiento, en un  ambiente intelectual asfixiante y anodino, realizó el primer esfuerzo no sólo de edición sino de creación de un  espacio de reflexión realmente libre. La revista duró poco tiempo, pero de los miembros de Iris que después continuaron junto con Garrido hay que mencionar a Orrego y Oscar Imaña. Poco después, se constituiría lo que más propiamente podríamos llamar la bohemia –segunda etapa- cuyos miembros aparte de los ya mencionados Garrido, Orrego y Imaña son también César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Juan Espejo Asturrizaga, Francisco Xandóval, Macedonio de la Torre, Federico Esquerre o Esquerrilof  y Eloy Espinoza. Años más tarde tres de ellos dejarían físicamente el grupo inicial: Spelucín en 1916, pero que luego volvería a Trujillo, y Haya de la Torre y Vallejo que viajan a Lima en 1917 y después a la vieja Europa.

La Bohemia de Trujillo dividiría su actuar en tres campos: el universitario, el público u oficial y el interno. Sobre el primero, a partir de la constitución del Centro Universitario en la Universidad de La Libertad se inicia propiamente  la reforma universitaria en la dicho claustro; es decir, la lucha contra  el elitismo y el colonialismo mental que predominaba en su interior. Por esas fechas y por el papel que le cupo cumplir se le puede comparar con el movimiento universitario cusqueño de 1909, representado por su  Asociación Universitaria. Su primer Presidente fue justamente el  estudiante Garrido en 1912, y el estatuto  que normó su funcionamiento fue aprobado a partir de un  proyecto elaborado por los también universitarios Orrego y Santiago San Martín. A partir de 1915 el  Centro  Universitario realizará su  verdadero despegue institucional. Pero ya antes, el 15 de mayo de 1913, había iniciado un programa destinado a promover una vinculación  más estable y sólida con las clases populares de Trujillo  y de los pueblos adyacentes. En este primer experimento  de proyección social se buscaba preferentemente defender  y divulgar la  cultura, estética y científica, y la educación moral y cívica. Ahora bien, el programa incluyó  Escuelas Nocturnas y la Escuela de Artes y Oficios, todo  esto bajo la modalidad de conferencias ambulantes realizadas en los pueblos cercanos a Trujillo y en las haciendas del valle de Chicama.

Sea como fuere, lo cierto es que sólo a partir de este primer acercamiento a las clases populares se pudo dar el segundo gran paso: la creación de las Universidades Populares. Así, en junio de 1916 el Centro Universitario en sesión acuerda su nacimiento. La Comisión de Propaganda para su organización estuvo conformada por Aparicio Castañeda, Julio Manucci, Víctor Incháustegui, Agustín Santa María, José Merino y Orrego. La Comisión de Charlas por su parte estuvo integrada por  Garrido,  Vallejo, Julio  Rodríguez y  Imaña. El 14 de julio se iniciaron las clases semanales en  Trujillo en  el local de la “Liga de Artesanos y Obreros  del Perú”. Años más tarde lograron también extenderse por  otras zonas aledañas llegando inclusive a funcionar tres.

El segundo campo de actuación alude a las actividades que  más importantes que realizaron, auspiciaron o promovieron sus integrantes, podemos mencionar el recital que se organizó en el Teatro Ideal cuando el poeta Juan Parra del Riego llegó a Trujillo en 1916, las audiciones públicas de Enrique Bustamante Ballivían y Daniel Alomías  Robles en 1917, y lo más importante, las conferencias que dio Abraham Valdelomar en 1918.

El último campo, el interno,  se refiere a las caminatas, reuniones, paseos, almuerzos, declamaciones y  veladas literarias, éstas últimas se hacían permanentemente dos veces por semana, con lo que muchas veces provocaban constantemente a los supuestos “intelectuales” del medio; aunque, hubo, sí un acontecimiento digno de comentario y de indiscutible significación no sólo para las letras peruanas sino  también latinoamericanas, y que incluso tuvo claros caracteres  premonitorios, fue la coronación de César Vallejo como el mejor poeta de América en una de las reuniones de la bohemia en 1916.

De esta manera los jóvenes literatos y esteticistas nucleados alrededor de la figura mayor de Garrido asumen una actitud contestataria e iconoclasta, que los llevó a arremeter contra las concepciones que sobre la literatura y el arte se tenían en ese entonces y contra los autores supuestamente modernistas consagrados en el medio. Ellos estaban guiados por un deseo fervoroso de crear algo nuevo y diferente a todo lo existente en una sociedad que no les permitía su realización generacional y mucho menos personal. De tal manera que ese comportamiento rebelde y díscolo de los integrantes de la bohemia, era producto de su profunda insatisfacción con el status quo trujillano.

“EL GRUPO NORTE: ANTENOR ORREGO ESPINOZA (1921-1930)”

El Grupo Norte aparece en el escenario trujillano a inicios de la década del 20 cuando sucedieron toda una serie de hechos que produjeron un cambio radical de actitud en los hasta ayer jóvenes bohemios. Ahora, lo estético y literario pasa a un  segundo  plano, y lo político y social ocupa su lugar. Sin lugar a dudas, lo que debió llamar grandemente su atención era la crítica situación económica y social de toda la región norteña y especialmente al enterarse que  los trabajadores azucareros de la hacienda Roma en 1921 decidieron constituir el primer sindicato de todo el valle. Antenor Orrego desde el periódico La Libertad los apoyó decididamente. Esta adhesión de Orrego y sus amigos a los trabajadores expresa el cambio que se había producido en la vanguardia trujillana, pero también refleja la inconformidad de los estratos medios de la ciudad con las empresas monopólicas  extranjeras, aunque este descontento no se materializará todavía en una acción decidida a favor de los trabajadores.  Pero si bien se dieron todos estos hechos, fue la gran huelga de los trabajadores azucareros de 1921-1922 iniciada en la hacienda Roma, que contó con el decidido respaldo del flamante Sindicato Regional del Trabajo constituido en 1921 con sede en Trujillo, -la cual debió recordar por momentos el conflicto anterior de 1912 y la posterior bárbara represión que se produjo después- lo que llevaría a los bohemios a dar un viraje radical en sus pensamientos y en sus actos. Inmediatamente se formó el Comité de Estudiantes y Obreros Pro-huelga, donde Orrego y varias personas de su entorno estuvieron en primera fila. En ese momento se habían agrupado, como ya se señaló, en el periódico La Libertad, que dirigido por Orrego, decidieron dedicar su pluma a defender abierta y decididamente a los trabajadores.

Así, la hasta ayer bohemia trujillana se convirtió en el grupo norte y  ahora Orrego había pasado a ocupar el lugar de Garrido ante su defección, o mejor dicho su retiro silencioso del círculo que él mismo no sólo ayudo a formar  sino lideró, y asume su nuevo papel de conductor ideológico y político de los jóvenes, con decisión y sin  dobleces. El nuevo nombre alude a la aparición del periódico El Norte  (1923), el medio de comunicación que  bajo la dirección de Orrego congregó a este cenáculo de  flamantes políticos. El medio de comunicación tuvo un  papel importantísimo, no sólo porque les permitió tener un medio de difusión propio, sino también posibilitó  iniciar campañas políticas de defensa de los intereses de su ciudad y en general de toda la región norte del Perú. Los otrora sólo poetas y literatos se convirtieron en genuinos representantes de una comunidad que poco a poco fue identificándose con  ellos.  Obviamente el viraje no sólo se produce en el campo de la política, sino también en el teórico: si antes la preocupación central fue la  literatura y la estética, ahora las influencias más marcadas tendrán que ver con intelectuales latinoamericanos como Alfredo Palacios, Manuel Ugarte,  José Vasconcelos, José Ingenieros, y europeos como Oswald Spengler, Karl Marx, Federico Engels, Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), León Trotsky, Henri Bergson, Henri Barbusse, Miguel de Unamuno, etc.

Para ese entonces varios miembros del grupo inicial se alejaron rápidamente sus puestos fueron cubiertos por otros. Mencionémoslos: Ciro Alegría Bazán, Juan José  Lora y Nicanor de la Fuente quienes después en Chiclayo dieron vida a la bohemia de esa ciudad, Carlos Manuel Cox, Manuel Vásquez Díaz, Daniel Hoyle,  Belisario Spelucín, Jorge Eugenio Castañeda, Juan Sotero, Felipe Alva, Eduardo González León, Néstor Alegría, José Agustín Haya de la Torre, Crisólogo Quesada, Carlos Valderrama, Mariano Alcántara, Domingo Parra del Riego, Alfredo Rebaza Acosta y Francisco Dañino.

Estamos también en el período donde se anudan relaciones,  se amplían los horizontes, y se descubren amistades que  son muy valoradas. Concretamente nos estamos refiriendo  a la relación del grupo norte con la revista limeña Amauta y con su director José Carlos Mariátegui. Le tocó a Orrego, como líder de la vanguardia norteña, tener los contactos más cercanos. La ligazón entre ambos se manifestó en varias oportunidades y en la realización de diversas acciones; es  digno de mencionar el lazo subjetivo y emocional que se entabló entre ambos.

Con la caída de Leguía en 1930, la ascensión de Sánchez Cerro al gobierno y la aparición del Partido Aprista Peruano (PAP) en el escenario político llega a su fin la existencia del grupo norte como una sociedad de escritores y poetas, ideológicamente radicales y con gran emoción social. Desde ese momento se abre un nuevo estadio, donde la militancia política, apasionada y total, jalonada de insurrecciones armadas, cárceles, persecuciones, destierros, etc. serán parte de una vivencia cotidiana y de largos años.

AGÜERO VIDAL, Tito Livio (2007). “Imágenes de una huella”. En: Una vida agónica. Víctor Raúl Haya de la Torre de Eugenio Chang-Rodríguez. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2007,  pp. 123-258

 

Fuente: Vanguardia Aprista

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