Martes 21 de mayo 2024 | Contáctenos
Los diarios europeos siguen mirando hacia Brasil, a cinco semanas de las elecciones presidenciales. Con el título "Las afinidades electivas de Lula y de Dilma", el francés Le Monde analiza la escena política brasileña. "Para la mayoría de los brasileños -escribe el periódico-, que aman al presidente y que se interesan sólo de lejos en la vida política, lo esencial es que Dilma es la candidata de Lula. Y eso es suficiente".
Según el corresponsal de Le Monde en Río de Janeiro, "José Serra no tiene suerte". Este "veterano socialdemócrata, respetado y competente", ya se había enfrentado a Lula en 2002 y vuelve a hacerlo ahora. Escribe el diario que el jefe de la oposición "se cuida de no criticar nunca al jefe de estado", y además intenta incluso "aprovechar su prestigio". Para Serra, lo importante es "demostrar que Dilma no es Lula". José Serra, concluye Le Monde, "corre el riesgo de ser víctima de un fenómeno quizás inédito en una gran democracia y que debería apasionar a los analistas políticos: la elección de un presidente gracias al estallido de gloria que su predecesor proyecta sobre su candidatura".
Brasil también interesa al católico La Croix, aunque por los números. El periódico francés pone seis economías bajo la lupa, entre ellas, la brasileña. "Símbolo de que el país va bien -escribe La Croix-, la economía no es un tema en la campaña presidencial. Y con razón: crecimiento y empleo están presentes. En 2010 Brasil debería ver crecer su PIB de 5%, con la creación además de dos millones de empleos nuevos". El diario cuenta que, según los economistas, "los próximos años deberían confirmar este crecimiento brasileño, con trabajos de infraestructura necesarios ante el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Unica preocupación -concluye La Croix-, la posibilidad de una vuelta de la inflación, en un escenario recalentado".
El español El País dedica su editorial a la guerra del gobierno argentino contra los medios. En particular contra los principales diarios, Clarín y La Nación, a los que acusa de haber aprovechado de la dictadura argentina para comprar la empresa Papel Prensa que actualmente abastece de papel a 170 diarios de ese país. "Con esta maniobra -escribe El País-, los Kirchner convierten a esas cabeceras en cómplices del régimen militar y se reservan para ellos el papel de justicieros que sólo pretenden acabar con las afrentas de un pasado tenebroso. Los Kirchner quieren aprobar una ley para que sea el Estado el que controle la producción de papel. Es un paso más -continúa El País- para ahogar las voces críticas, y que muestra la veta cada vez más autoritaria de la pareja, obsesionada por conservar el poder y que, como las peores dictaduras, podría esta vez haber manipulado el pasado reciente, que tanto pesa en los argentinos, para salirse con la suya"...
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