Si algún deporte refleja el rostro de su ciudad anfitriona es el Abierto de Estados Unidos, jugado en Flushing Meadows, Nueva York. Así se escucha el Rock’n’Roll del tenis en la Gran Manzana.
“Les gusta el espectáculo”, dijo a CNN el número uno del mundo, Rafael Nadal. En el glamour de la ceremonia de apertura, Diana Ross y Gloria Estefan cantaron sus clásicos antes del drama del Súper Sábado, cuando se juegan las finales.
“La atmósfera, la experiencia, el elemento del entretenimiento, las noches de Nueva York… el Abierto de Estados Unidos es un evento único, en la ciudad que nunca duerme”, dijo a CNN Chris Widmaier, director de comunicaciones de la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA).
Y también hay fans: los neoyorquinos tienen una afinidad única en su propio Grand slam. “Seguro es amor”, dice el encabezado del sitio web oficial.
Con casi tres cuartos de millón presenciando el evento en vivo, los residentes de Nueva York son gran parte del público, y dicen que se debe a la energía de la ciudad, donde la gente se vuelve loca. “Para entrar a los partidos hay peleas, y me sentí cómodo ahí”, dijo a CNN la leyenda del tenis y habitante de Nueva York, John McEnroe.
En el Abierto de este año hubo un altercado entre una fan y un joven, durante el partido nocturno entre Novak Djokovic y Philipp Petzschner. Ella le dio una cachetada y él respondió de la misma forma antes de que llegaran los elementos de seguridad. El vocero de la USTA dijo que se trataba de una noche “caliente” en Nueva York, y esas cosas pasan.
El as australiano Pat Cash fue semifinalista en Flushing Meadows en 1984, y experimentó la atmósfera con todo. “La gente es muy efusiva, con abucheos y comentarios”, dijo a CNN. “Nueva York está llena de energía y el público lo lleva al tenis”. Pero no siempre es así, pues Forest Hill, su sede original, ofrecía un ambiente más tranquilo.
“Casi todo el tenis en Estados Unidos se juega en clubs privados, sobre todo en la costa este”, dice el escritor legendario y comentarista Bud Collins. “Al principio, ir a Flushing Meadows era poco popular porque había que llegar en metro; los jugadores debían llegar por su cuenta porque no había autos de cortesía”. El cambio de Forest Hills a Flushing Meadows sólo tomó un año, y los fans tuvieron que aguantarse.
Anécdotas explosivas
McEnroe se enfrentaba al rumano Ilia Nastase, ambos de temperamento fuerte.
En el cuarto set, McEnroe sirvió, pero Nastase dijo que no estaba listo. El árbitro le cedió el punto a McEnroe y Nastase se quejó de inmediato, con el vociferante respaldo de 10,000 fans.
El árbitro quitó el punto a Nasty, y en ese momento, el público ya había bebido y se volvió loco, lanzando latas de bebidas a la cancha.
Después de la aclaración, el árbitro pidió a Nastase que sirviera, pero el ganador de dos Grand slams se negó, con lo que quedó descalificado. El público se enfureció aún más y el director del torneo tomó acciones para remediar el asunto y sacó al árbitro, dijo Collins. McEnroe ganó el partido, el primero de cuatro Abiertos de Estados Unidos.
Dejando de lado al ruidoso público, en el año 2000, Arlen Kantarian, ex director de Radio City Music Hall fue nombrado presidente ejecutivo del torneo.
Reconoció de inmediato que el torneo necesitaba recuperar su fuerza y reputación. Bill McAtee, conductor del Tennis Channel, lo considera “el torneo de tenis más rudo del mundo”, y explicó a CNN que todos los Grand slams tienen su propia personalidad; el de Australia es el Grand slam feliz, el francés es el elegante, el de Wimbledon es el tradicional, y el de Estados Unidos es el ruidoso.
“Estamos en Nueva York, promoviendo el sonido, el atletismo, el ruido…”, dijo Kantarian al Daily Telegraph el año que fue asignado. “A todos nos encanta Wimbledon pero no estamos ahí, estamos en Nueva York”.
Y llegó la diva del pop, Ross, cantando God Bless America con un coro de niños que el público amó. Cada año hay más innovaciones y entretenimientos. Pero el rock’n’roll no es del agrado de todos los asistentes, como dijo Collins, la voz del tenis en NBC Sports desde hace 35 años: “no es mi favorito, pero es un torneo de tenis muy exitoso”.
Kantarian dejó el puesto después de nueve años, en 2009, pero su espíritu vive en los boletos de los partidos, llenos de celebridades, que venden más que un éxito de Broadway.
“El Abierto es donde los famosos ven a famosos, y es una atracción enorme para los fans”, dijo Widmaier. Es una mezcla de lucha deportiva entre gladiadores y el mundo del espectáculo frente a las masas, que se apresuran a comprar hot dogs, palomitas y cerveza antes de sentarse para aplaudir a sus héroes.
No será Wimbledon, pero los neoyorquinos lo prefieren así.
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