El español derrotó en cuatro sets a Novak Djokovic en la final y se convirtió en el séptimo jugador en ganar los cuatro grandes en fila y obtener el Grand Slam. Así confimó su condición del número 1 del mundo. Además, embolsó 1,7 millones de dólares como premio y y 2.000 puntos para el ránking.Fue 6-4, 5-7, 6-4, 6-2 en 3 horas y 43 minutos. En los dos últimos games, Djokovic se había jugado el resto tirando winners que entraban, pero Nadal los devolvía uno tras otro. En el anteúltimo punto, una pelota dudosa que impactó muy profundo exigió Ojo de Halcón. El software demostró que entró por un pelo y lo dejaba match point. Para el serbio ya era demasiado. Rafa no lo desaprovechó. Segundos después, la última bola de “Djoko” se iba a cualquier lado y Nadal se tiraba de espaldas sobre el cemento de Flushing Meadows cubriéndose la cara. Había conseguido algo que es normalmente imposible
El sábado, Djokovic había eliminado en cinco peleados sets de las semifinales a Federer, pentacampeón del torneo. Y en la final, presumiblemente agotado y con menos de 20 horas de descanso, ya desde el segundo golpe se lo vio con cierta molestia en uno de sus tobillos. Nadal venía fresco luego de arrasar a en las semifinales al ruso Mikhail Youzhny.
Aprovechando el desajuste del serbio, Nadal comenzó a moverlo por toda la cancha para propinarle el primero de los dos quiebres del parcial, que ganó 6-4 al cabo de 45 minutos. Djokovic quebró la raqueta contra el cemento y preanunció cual sería el devenir de su estado de ánimo: la impotencia.
La interrupción por lluvia de casi dos horas a mediados del segundo set pareció venirle bien al serbio, quien se llevó el segundo set 7-5. Además de ser el único set que Nadal perdió en todo el torneo, fue todo lo que conseguiría Djokovic por el resto de la final. Rafa lo completó con un 6-4, 6-2 que ya desnudó no sólo la frustración de Djokovic, sino el poder sobrenatural de Nadal, al punto de parecer invulnerable...
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