Hoy recibí una ingrata noticia. Y en realidad creo que la andaba aguardando. Nadie en su sano juicio quiere recibir malas noticias pero a veces la intuición, nos deja a un lado y actúa por si sola, más allá de nosotros.Reencontré a un amigo de hace muchos años, hace poco tiempo. Rápidamente nos fuimos poniendo al día de nuestros ires y venires por la vida. Juntos y tomándonos un café, o varios fuimos actualizando confidencias, fuimos andando imaginariamente, uno el camino del otro.Y es que cuando la amistad es sincera, real, auténtica, persiste. Simplemente persiste para que cuando por azares del destino debas mantenerte lejos, al volver, sepas que la amistad persiste.Al retomar contacto, decidimos hablar frecuentemente, comunicarnos por correo o las redes sociales de vez en cuando, en fin, reunirnos cuando se pudiera, pero fundamentalmente, no perdernos de vista.Lo encontré muy lleno de vida. Con un enorme y desbordante amor a la vida, sólo superado por el inmenso amor a sus hijos. Separado, pero abierto a volver a embarcarse en esa irracional aventura llamada amor. Viviendo la vida a plenitud, con altas y bajas, ilusiones y desencantos pero apostando siempre por el optimismo.Sabía que a los 40, en la plenitud de la vida, hay pocos límites. Uno no cree, sabe que todo lo puede o todo lo soluciona y a ello no hay vuelta que darle. Alguna vez que lo vi tomar un trago de más, pensé que no debería manejar así, pero al darme vuelta, muchos, si no todos los que conducirían de vuelta a sus casas, estaban con varios tragos de más.No sé si por abogada o por conciente, si voy a una reunión y pueda beber, no manejo de ninguna manera, Voy con alguien que no haya bebido ni un solo trago o tomo un taxi. La nueva legislación al respecto, no permite tomar riesgos, que de riesgo en realidad tienen sólo el nombre. En realidad manejar habiendo bebido es una ruleta rusa, casi una crónica de una muerte anunciada.Pero, ¿por qué hacer caso? ¿Si somos super hombres o super mujeres que por nuestra edad, origen sociocultural, profesión o trabajo manejamos el mundo? ¿Acaso nos va a pasar algo? ¿A nosotros? ¡No! ¡De ninguna manera!Accidentes pasan a otros, jamás a nosotros. ¡¡Estamos vacunados contra los accidentes!!¿Una, dos tres, cuatro cervezas en una parrillada? Tssss eso no es nada para mí, dice uno. ¿Un par o dos pares de whiskys en una noche? Tssss es sólo beber socialmente, dice otro. ¿Tres, cuatro, cinco tragos y su RedBull más? Tsss, eso te da alas dice un tercero. En conclusión: ¡Estoy bien, a mí no me pasa nada!En las últimas semanas eché de menos a mi amigo. No estaba en el Messenger ni en el Facebook, ni me mandaba ningún correo, tampoco me había llamado, era extraño.Ayer, sentí una gran desazón y le mande un mail cortito sólo preguntándole que era de su vida. Deseaba que me contestara que andaba enamorado o de viaje o con algún proyecto, en fin, muy ocupado, feliz, bien. No hubo respuesta. Lo llamé a su celular. Apagado.Hoy volví a intentarlo. Celular irremediablemente apagado. Llamé a su casa, nadie contestó jamás.El asunto se convirtió en una misión y busqué a un amigo en común en pos de noticias.No hubiera querido que me las diera.Mi amigo esta preso. Manejando con unos tragos de más ocurrió un accidente grave.No pensé que me iba a impactar tanto, tanto. ¿Quizás si alguna vez le hubiera dicho que si manejaba no tomara? Pero no lo hice.Y es que nadie sabe la pena tan profunda que puede causar una noticia así, hasta que te pasa, hasta que a uno mismo, a un amigo, a un familiar, le ocurre.Es increíble. Mi padre que fue toda su vida magistrado en el área penal ni por casualidad me aconsejó visitar una cárcel. Yo, abogada con quince años de ejercicio, jamás visité una ni por asomo. En los próximos días, por las vueltas que da la vida, deberé hacerlo. No me resulta fácil ni siquiera pensarlo, pero me resulta imperativo hacerlo.Debo hoy más que hace 26 años atrás, ser su amiga. Hoy, necesito que sepa que cuenta con mi amistad, de una manera simple, llana, profunda, verdadera, incondicional.No voy a llorar al verlo, se los aseguro.No voy a juzgarlo ni a recriminarlo, tengan la certeza.No voy a lastimarlo con mi lástima, de ninguna manera.Solamente voy a verlo, a ofrecerle mi ayuda, mi cariño, mi presencia. A demostrarle que mi amistad persiste.Voy a decirle que el mundo se compone de lo que nos rodea pero también y fundamentalmente de lo que tenemos dentro.Voy a proponerle que en este tiempo difícil de atravesar, viva más su mundo interior pues el exterior estará allí para esperarlo cuando sea su tiempo.Voy a recordarle las frases lindas, optimistas, inspiradas y detonadoras de miles de comentarios que ponía en su Facebook, para que ahora no las diga o las escriba sino que las viva.Voy a extenderle una invitación a tomar un café, para que la haga efectiva cuando quiera.Voy a llevarle una bolsa de cocorocos, nuestros caramelos preferidos.Voy a dejarlo y regresar con una sensación de paz, simplemente hay que aguardar a que vengan tiempos mejores, que vendrán, amigo querido, recuerda a Shakespeare: “Suceda lo que suceda, aún en los días más borrascosos, las horas y el tiempo pasan".Pero aquí y ahora, les pido a todos y todas ustedes y a sus familiares y amigos que no repitan el error de mi amigo. Si toman, no manejen, si manejan no tomen, no hay necesidad.¡No es cuestión de resistencia al alcohol o constitución física determinada, no es cuestión de un trago o muchos tragos, es cuestión de que bebiendo no contamos con el 100% de claridad en nuestros sentidos, en nuestra percepción, en nuestra capacidad de reacción!¡Nadie les va a dar un diploma por manejar con un trago de más!Que no les pase.No lo lamenten.Evítenlo, depende de ustedes.