La película francesa "La llave de Sarah" clausuró hoy la 58 edición del Festival de Cine de San Sebastián con un conmovedor relato en el que la británica Kristin Scott Thomas busca la verdad de la Historia y de su situación personal.
Los secretos que esconde una casa de París y los horrores que se vivieron en ella en la época de la caza de judíos durante el gobierno colaboracionista de Vichy es lo que mueve a Julia Jarmond (Scott Thomas), una periodista americana afincada en París, a implicarse en una búsqueda que la hace navegar entre dos mundos.
Dirigida por Gilles Paquet-Brenner, "Elle s'appelait Sarah", que se presentó fuera de concurso en el certamen, cuenta dos historias distanciadas en el tiempo por sesenta años y que se cruzan a través de una casa del barrio parisino de Le Marais.
En 1942, una familia judía es desalojada de ese piso en el que queda encerrado en un armario Michel, el más pequeño de la familia, al que su hermana Sarah (conmovedora la niña Mélusine Mayance) ha tratado de esconder para protegerlo.
Sesenta años más tarde, Julia comienza a investigar el origen del piso de sus suegros en el que quiere comenzar una nueva etapa con su marido.
Una película con la que Paquet-Brenner ha querido contar un periodo de la historia de Francia mal conocido y sobre las consecuencias que esos hechos han provocado en las generaciones posteriores, explicó hoy en una rueda de prensa.
"Hay que aceptar y digerir la verdad porque si no, no podemos avanzar", afirmó el director, quien consideró que se trata de un tema muy delicado ya que parte de su familia murió en los campos de concentración nazis.
Con unos fantásticos intérpretes, Paquet-Brenner ha adaptado la conocida novela del mismo título de Tatiana de Rosnay, que ha explicado por su parte que su objetivo al escribir el relato no era tanto un hecho histórico como "la necesidad de hablar de esos niños".
De los niños que junto a sus familias fueron detenidos por las autoridades francesas durante la conocida como "Redada del velódromo de invierno", que se produjo en julio de 1942 y en la que más de 12.000 judíos fueron arrestados.
Un hecho muy concreto pero que al mismo tiempo tiene una dimensión universal y que podría perfectamente suceder en estos momentos en Irak o en cualquier otro sitio, señaló el realizador.
Una película bien trenzada, que alterna las dos historias de forma clara y sin confusiones, en la que el director ha tratado de buscar el equilibrio y no tomar parte en unos hechos que dividieron a la población francesa.
Y para la que ha sido imprescindible contar con Scott Thomas, una actriz cuyas vivencias personales estaban muy cerca de las de su personaje.
Al ser preguntado si la británica era la actriz que tenía en la cabeza a la hora de preparar el proyecto, Paquet-Brenner afirmó: "lo que me pregunto es qué hubiéramos hecho si ella hubiera rechazado el papel".
Scott Thomas realiza una ajustada interpretación de un personaje que está dividido entre lo que hasta ese momento ha sido su vida y en lo que se puede convertir con el descubrimiento de unos hechos históricos que le afectan más de lo que quisiera.
Una situación histórica complicada, en la que la población buscaba sobrevivir y "no plantearse nada", concluyó la autora de la novela.
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