ALAN EN LA ONUPor: César Campos R. Diario EXPRESO Viernes 24 de setiembre
La presencia de Alan García en la Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU – a cuya sede retorna como mandatario peruano luego de 25 años – cobra la imagen del resultado de una ecuación en la que el factor “x” parecía surgir de las especulaciones sobre el impacto económico y financiero de una posible elección de Susana Villarán a la alcaldía de Lima.Porque, sin duda, el recuento presidencial de los innegables logros del Perú vinculados a esos objetivos – sobre todo en el campo de la reducción de los índices de pobreza – ponen el valor el modelo económico sobre el cual reposa nuestra dinámica existencial los últimos 20 años y que el gobierno de García ha enfatizado.¿De qué manera? Con la promoción de las inversiones públicas y privadas (y la consiguiente generación de nuevos empleos), el impulso a las pequeñas y medianas empresas, la disciplina fiscal, los tratados de libre comercio, la ampliación de los servicios públicos, el ordenamiento y fortalecimiento de los programas sociales, de la descentralización y un etcétera que hace patalear a sus adversarios. Esto sin menoscabo de las indudables omisiones, errores, miedos y demás perfiles negativos que sin embargo no atenúan los notables éxitos obtenidos por su administración. Y esa puesta en valor ha sido coronada por el presidente García con una importante reflexión ante otro auditorio de Nueva York – el Foro de Inversiones organizado por el American Business Council – al señalar que “el modelo democrático ha vencido en todos los campos y aun en el social, con más fuerza y efectividad que el modelo chavista, castrista, estatista”.De eso se trata. Pese a su imperfección, nuestra democracia ha sido escenario de un proceso casi irreversible de salto hacia el desarrollo que hacen muy difícil nuevos ensayos bajo el único modelo alternativo: la planificación central absoluta. Ciertamente toda política pública que apunte a reducir las brechas sociales y la desigualdad no debe espantar por su simple enunciado. Si no tiene correspondencia con el esquema ya establecido, pues simple y llanamente estará condenado al fracaso.En ese terreno tendría que moverse cualquier alcalde o alcaldesa, el nivel más primario de gobierno donde las ofertas políticas tienden a ser exuberantes. Villarán no tendría un minuto para ponerse a jugar con la política económica porque la Lima emergente, luchadora, comerciante, absolutamente capitalista en su modo de generar riqueza, devoraría su precaria popularidad frente a las mismas puertas del municipio.Pero en medio de esto, celebremos el buen desempeño de quien personifica a la Nación ante el auditorio de la ONU y la seguridad que nos otorga sobre el camino andado y por andar, gracias al esfuerzo de todos los peruanos.