La polémica está servida: la oposición acusa al Gobierno de preparar un sistema a su medida, y los chavistas responden que persigue ajustar desequilibrios territoriales. ¿Quién tiene razón? Unos estados perjudicaron al PSUV y otros al MUD. Venezuela no es el único país que corrige la representatividad de sus territorios.
La polémica en torno a la Ley Electoral de Venezuela está servida. Después de que el pasado domingo la principal coalición opositora al chavismo obtuviese 33 diputados menos que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) cuando la diferencia en cómputo total de votos fue sólo de 100.000 sufragios, escandalizó a muchos, que acusan a Chávez de haberse cocinado una ley electoral a la medida. Efectivamente, el PSUV obtuvo 98 escaños con 5,42 millones de votos y la coalición Mesa de Unidad Democrática (MUD) se adueñó de 65 diputados obteniendo 5,32 millones de sufragios. Sobre una Asamblea con 165 asientos pudo darse incluso el caso de que el partido con más escaños obtuviese menos votos que sus rivales. ¿Cómo es posible? Los países democráticos se enfrentan siempre a la diatriba de cómo trasladar la voluntad popular que emana de las urnas a las instituciones políticas representativas. Numerosos factores históricos, geográficos y, en no pocas veces políticos, confluyen a la hora de decantarse por un sistema de proporcionalidad. Y la lógica de un hombre, un voto, no siempre se corresponde numéricamente con la proporcionalidad de los Parlamentos...
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