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Jueves 30 de septiembre 2010

La Universidad, la Política, la Juventud

Por Elías Mendoza Habersperger...
Jueves 30 de septiembre 2010
La Universidad, la Política, la Juventud

Elías Mendoza Habersperger

La Universidad, la Política, la Juventud. Elías Mendoza HaberspergerEx Presidente del Congreso Sostengo la tesis de que, en el Perú, la política no se ha alejado, como usualmente se expresa, de nuestras jóvenes generaciones, especialmente de las universitarias. Creo que, por el contrario, son ellas las que se han ido alejando progresivamente de la política peruana, a lo largo de los años, por distintas razones que intentaré inventariar.Ellas serían: una, por las presiones coyunturales y conceptuales evidentes, derivadas de la presencia en el escenario peruano de  sucesivas dictaduras militares (casos de los gobiernos militares de Sánchez Cerro, Benavides, Odría, Velasco) y también de la otra  dictadura civil reciente (caso de los gobiernos de Fujimori), con el consecuente atrofiamiento cívico que tales lamentables circunstancias acarrean; otra, por la eliminación o la falta de respeto y de acatamiento gubernamental a las tradiciones de autonomía universitaria peruana, representadas por el reiterado allanamiento a sus claustros, a sus normas, a sus principios y a sus fueros; otra, por el crónico regateo de los  recursos fiscales requeridos por las universidades públicas nacionales; otra, por la presión directa y constante de los padres de familia, quienes sistemática y erróneamente instruyen a sus hijos a “no vincularse con la política”, en base a los peligrosos recuerdos de épocas y de circunstancias pasadas; otra, por la reciente expansión del número de universidades privadas, con sus elevados costos educativos mensuales, los que exigen obviamente una considerable inversión económica de parte de las familias de los educandos, las que no desean arriesgar los esfuerzos que realizan en sus gastos educativos; otra, por la deficiente conciencia cívica, penosamente existente en el campo de la educación integral actual de los jóvenes peruanos; y, otra, por la constituida por los hábitos actuales de la juventud de participar en actividades recreacionales pasivas, introducidas por la modernidad, ciertamente distintas a las costumbres habituales de las generaciones precedentes, basadas en otro tipo de actividades proactivas y no pasivas. Podría agregarse a lo dicho un comentario crítico adicional: el aparente desinterés de las dirigencias adultas de los Partidos políticos en enfrentar, debida y oportunamente, las muy lamentables circunstancias descritas.Por ello, en recientes recorridos por el país, otorgué preferente atención ilustrativa al tema de la recuperación de la presencia cívica de los jóvenes universitarios peruanos en las tareas vinculadas con  las exigencias que dramáticamente plantea  la construcción del Perú futuro, promoviendo, por tanto, el pronto retorno de los líderes de nuestra juventud universitaria a las actividades políticas partidarias, históricamente existentes en los hábitos de conducta de pasadas brillantes generaciones nuestras.Convendría recordar al respecto que  las más importantes y valiosas corrientes ideológicas del pensamiento republicano peruano surgieron habitualmente de fuentes cercanas a los claustros, debiéndose recordar al efecto, entre otros, a Gonzalez Prada, Basadre, Mariátegui, Sánchez, Miro Quesada, Belaúnde Terry, entre otros ilustres maestros.De esos mismos claustros surgieron también en nuestra historia republicana los jóvenes líderes universitarios que dieron un limpio impulso a las ideas renovadoras que permitieron acercar la ilusión y el culto de la justicia, la corrección, la lealtad y  la honestidad a la vida nuestro pueblo.Tal valioso capital ético y de capacidades profesionales, aportado a la nación por la Universidad peruana, con la significativa presencia plural y democrática de un amplio espíritu “universitas”, forjado en la educación conceptual que recibieron los alumnos de sus calificados catedráticos, permitió que las canteras universitarias, en las que se encuentra lo más valioso de la inteligencia de los países, proveyeran al Perú de dirigencias políticas primero juveniles, luego profesionales y más tarde académicas, que organizaron el desarrollo integral del Perú en los espacios de libertad que el destino permitió.Así nacieron partidos políticos importantes en nuestra historia cívica, los que amalgamaron criterios de convivencia democrática  y fueron curiosamente fortalecidos en su estructura por su permanente, valiente y a veces heroica defensa de las libertades ciudadanas.A  ellos ingresaron jóvenes muy jóvenes que fueron ascendiendo en la organización partidaria en base a sus méritos personales, a su lealtad, a su entrega, a sus estudios, a su capacidad, a su entusiasmo. Llegó la democracia a los municipios y estos jóvenes accedieron a las regidurías. Luego, estos mismos jóvenes llegaron al Parlamento y a continuación el país lamentablemente se convirtió en un cuartel en el que la dictadura robó el sol de las plazas públicas. Esa oscuridad duró doce años y con posterioridad se produjo otra docena de años de penumbra cívica, ya sin uniformes en el vestuario gobernante.Todos sabemos que, de no haberse producido las múltiples interrupciones constitucionales registradas en nuestra historia republicana,  lamentablemente frecuentes, los partidos políticos habrían podido fortalecerse y entonces se habría podido asegurar la formación de sucesivas promociones de políticos debidamente preparados para el desempeño acertado de las responsabilidades de gobierno.De haber sucedido ello, la composición del Congreso de la República, de los Gobiernos Regionales y de los Concejos Municipales provinciales y distritales habría tenido un verdadero filtro de capacidades y honestidades, conformándose los organismos gubernamentales en base a un universo de ciudadanos procedentes de orígenes partidarios, lo que habría dado coherencia grupal a las distintas posiciones aplicables a la gestión pública. Las cifras muestran ahora que solo el 3% de la población electoral peruana milita en las organizaciones indispensables para una acertada vida ciudadana: los partidos políticos. Esto quiere decir que el 97% de la ciudadanía no manifiesta interés en una participación en la conducción de la República.Para revertir esta situación es indispensable hacer a los partidos políticos atractivos a la ciudadanía. Y para ello resulta también paralelamente indispensable que sus militantes no sean espectadores sino actores de sus propios y diferentes destinos partidarios.  Una opción cierta,  para el efecto, es la de simplemente fortalecer la estructura democrática de los partidos políticos mediante el voto personal directo de sus afiliados, a fin de que sientan protagonistas de todas las decisiones institucionales de sus organizaciones.La presencia dinámica de la juventud universitaria en la política peruana es, tal vez, la llave maestra de un esperado futuro cívico que finalmente aleje las lágrimas de las mejillas peruanas y asegure la presencia de un Desarrollo en Libertad por la sabia ruta de la Unidad en la Diversidad.

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