UNA CRISIS PECULIAR, POR: ¨César Campos R. diario EXPRESO viernes 01 de octubre
Hasta donde ha sido posible informarnos ayer respecto a los sucesos de la hermana república de Ecuador, nada configura a nuestro juicio un escenario de golpe de Estado en el violento motín militar y policial contra la ley de Servicio Público, la misma que recorta algunos beneficios económicos a esos sectores.Sin duda, el proceder de estos efectivos – que no escatiman agredir a cuanto alto funcionario se le pone delante – otorga la impresión de una revuelta armada en franco desafío al orden constitucional y a la autoridad legítimamente elegida, lo cual inevitablemente llevaría al corte del proceso democrático y la consiguiente instalación de un régimen castrense en el poder. Sin embargo, esta lógica no se presenta en los hechos ni en la plataforma reivindicativa de los sublevados.Para empezar, tanto el Comandante de la Policía, Freddy Martínez, como el jefe del Comando de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, Ernesto González, dejaron plenamente establecida su subordinación al presidente Rafael Correa. Martínez incluso aseguró a una agencia de noticias internacional que Correa no era objeto de un “secuestro” en la clínica policial donde se internó luego de su enfrentamiento físico con los amotinados. Supuesto secuestro del cual habló el vicepresidente Lenin Moreno a todo el país en la cadena televisiva nacional y al amparo del Estado de Excepción decretado por el gobierno que limita la libertad de expresión.En efecto, el gobierno ha tomado el control de las noticias en todo el país porque así lo manda la Constitución impulsada por Correa. Ello provoca serias confusiones y faltas a la verdad, tal como lo denunció el Editor de Informaciones del diario El Comercio de Quito, Rubén Buitrón. Los ecuatorianos padecen el mismo clima que vivimos los peruanos cuando el 5 de febrero de 1975 se produjo el motín de Radiopatrulla en La Victoria. En ese entonces quedamos a merced de la información oficial y la prensa parametrada sólo divulgaba lo que la dictadura de Juan Velasco le decía.La asonada – por supuesto inaceptable y atrevida – no escala más allá de los reclamos puntuales de los policías y militares de base para que no le quiten sus privilegios. Eso conversaba anoche Correa con sendas comisiones de los rebeldes, ratificándose en su decisión de que prevalezca la leyQuizás lo más atendible de este caos sean dos cosas puntuales: Que Correa culpe al partido Sociedad Patriótica del ex presidente Lucio Gutiérrez de promoverlo y que ello le sirva de pretexto para estudiar la disolución la Asamblea Nacional, a fin de convocar inmediatamente a elecciones legislativas. Otra potestad que le concede su carta magna, previa consulta y aprobación de la Corte Constitucional.Veremos qué pasa este fin de semana. Pero hasta ahora la crisis ecuatoriana resulta bastante peculiar.