El Perú debe alegrarse con el fallo histórico que condenó a 25 años de prisión a los responsables, intelectuales y materiales, de los abominables crímenes de 15 asistentes a una pollada en Barrios Altos, de la desaparición del periodista Pedro Yauri y de nueve comuneros del Santa: Vladimiro Montesinos, los generales Hermoza Ríos, Salazar Monroe, Rivero Lazo, Santiago Martin Rivas y sus secuaces, los asesinos del “Grupo Colina”. A Jesús “Kerosene” Sosa, quien confesó que le pusieron esa chapa porque descubrió que incinerando los cadáveres de sus víctimas con este combustible, no dejaba ningún rastro.
Aquí me gustaría resaltar la labor de valientes vocales como Inés Villa Bonilla e Inés Tello, a quienes no les tembló la mano para emitir sentencias justas. El Estado debe darles protección a estas magistradas porque ya un pasquín que defiende a Montesinos las viene atacando en forma sistemática.
La verdad es que escarapela el cuerpo pensar cómo este grupo de psicópatas, que ensuciaron el glorioso uniforme militar, conformó una sociedad para matar desde el más alto nivel. Ahora más que nunca, vale la pena recordar que en determinado momento, estos asesinos intentaron ser amnistiados en 1995 gracias a los parlamentarios fujimoristas, pero una digna jueza, como Antonia Saquicuray, y la recordada fiscal anticorrupción Ana Cecilia Magallanes, impidieron semejante atropello a los derechos humanos.
Vivieron tranquilos como si nada hubiese pasado, hasta que cayó la red mafiosa y Fujimori huyó a Japón. De inmediato fugaron, pero uno a uno fueron cayendo.
A medida que se acercaba la sentencia, desde el más alto nivel, diversos personajes cocinaron una “Ley ganzúa” que, justamente, iba a permitir que se acojan a ella, como lo hizo Martin Rivas. El siniestro Decreto 1097, promovido por el ex ministro de Defensa, Rafael Rey, fue duramente cuestionado. Sorprendió que el presidente García lo enviara al Congreso para su aprobación.
Solo la intervención de Mario Vargas Llosa, quien renunció a presidir el Lugar de la Memoria, enviando una durísima carta al Jefe de Estado, lo hizo retroceder y el ministro Rey se fue a su casa por la puerta falsa. El viernes, los familiares lloraron al escuchar la sentencia, pues durante 19 años reclamaron justicia y esta nunca llegaba. Sintieron que -por fin- sus familiares asesinados descansarán en paz al escuchar las condenas de sus verdugos. Sin embargo, la mayoría de sentenciados se reía.
Montesinos llegó al extremo de hacer propaganda de sus libros, hacía chacota con los periodistas. ¿Por qué tanta confianza? Este Búho coge su espada del augurio para ver más allá de lo evidente. Todos están esperando el 2011 y se sienten confiados que Keiko sea su tabla de salvación. No podrá amnistiar solo a su papito, sino que deberá incluir a todos estos criminales en una “ley de amnistía” general. No olvidemos que el “Chino” también está condenado por estos execrables delitos.