Umberto Bossi (Italia), Jimmie Akesson (Suecia) y Geert Wilders (Holanda), algunos representantes de la extrema derecha en Europa. Montaje: RFI
El partido ultra Demócratas Suecos se estrena en el Parlamento y habilita con sus votos el nombramiento del Presidente de la Cámara, el moderado Per Westerberg. El Gobierno de Fredrik Reinfeldt reniega de su apoyo. En Europa, el peso de estos partidos se extiende al olor de la crisis.
La extrema derecha ha estrenado su presencia en el Parlamento sueco, otrora paraíso socialdemócrata, después de superar por primera vez el umbral del 4% de los votos en los pasados comicios de septiembre. Y lo ha hecho a lo grande: el presidente del Parlamento – el conservador Per Westerberg-, ha renovado su mandato gracias al apoyo de los 20 escaños del partido ultra Demócratas Suecos, a pesar de que el Gobierno de centro-derecha de Fredrik Reinfeldt ha manifestado su rechazo hacia ellos. En el Parlamento sueco son decisivos. Y en Europa no están solos.
Cuando el 19 de septiembre Alianza para Suecia renovó su mayoría con el 49% de los votos aplastando al Partido Socialdemócrata, que ha gobernado 68 años en el país – y que con un 43% de los votos obtenía su peor resultado desde 1920-, su alegría no fue completa: no tenía mayoría absoluta y, sin aliados naturales en el Parlamento, veía como Demócratas Suecos, denostado por todo el espectro político, se hacía un hueco en la Cámara. La estabilidad de su Gobierno, si quería resistirse a tratar con un partido racista, iba a depender de aliados no naturales, como los propios socialdemócratas o Los Verdes...
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