Tras 32 años de matrimonio civil, el minero Mario Gómez pidió a su esposa que lo acompañara al altar en una carta que envió junto al mensaje con el que el pasado 17 de agosto los mineros anunciaron que estaban vivos. Sin embargo, aún no tienen fecha para el matrimonio: Mario quiere que sea en noviembre y su esposa, Lilianette Ramírez, en diciembre.
Después se irán de viaje a Viña del Mar, una turística localidad costera del centro del país, y también tienen una invitación para ir a Alemania, según relató a EFE Bélgica Ramírez, la cuñada de Mario. Además, la familia también prevé degustar un tradicional asado de carne junto a los más cercanos.
Eso será después de que los mineros pasen al menos un par de días en el hospital de Copiapó, a unos 45 kilómetros de la mina, donde se someterán a distintas pruebas para detectar si estos dos meses bajo tierra les han dejado graves secuelas.
Una vez acabe la inspección médica, Alfonso Ávalos quiere ir junto a sus hijos Florencio y Renán, que conforman el grupo de 33 supervivientes, a la localidad de Salamanca, al hogar familiar, "a saludar a la gente".
Ávalos sabe que cada día queda menos para reencontrarse con sus hijos, de 31 y 29 años respectivamente, pero prefiere no imaginarse ese momento y centrar sus pensamientos en el operativo de rescate.
"Primero, el rescate, y después, lo demás", dice este hombre de tez morena y brillo en la mirada. Lo mismo piensa Doris Contreras, madre de Pedro Cortez: "Lo que nos interesa a nosotros es que el rescate sea un éxito y que él salga bien y se encuentre con su familia".
Aun así, Doris asegura que los vecinos de la población donde viven, llamada Til Til Bajo, van a preparar una celebración cuando salgan, porque de allí son tanto Pedro Cortez como Carlos Hugueño, otro de los obreros atrapados.
Fuente: infobae