Los candidatos eligieron la propaganda radial -con fuerte llegada al interior- para relanzar la campaña. El objetivo de Dilma: despegarse de las acusaciones que la enfrentarían con diversas iglesias cristiana. Su rival prefirió agradecer los votos. Luego pasó rápidamente a los ataques descalificadores.
“En este segundo turno quiero hacer una campaña en defensa de la vida, llena de futuro y esperanza para Brasil, de compromiso con nuestros valores más sagrados”. Así hablaba Dilma en el spot radial que se comenzó a difundir en las primeras horas de la mañana brasileña. Con esas palabras respondía directamente y sin amagues a los dardos lanzados desde diversos sectores de la derecha y las iglesias católica y evangélica en torno a su supuesta política abortista. “Ya veremos qué modelo de país queremos, y pido hacer eso sin mentiras, sin ataques personales, y sin agresiones”, completa.
Serra, por su parte, manejó los resultados de la primera vuelta de una manera particular: “Más de 55 millones de brasileños le dijeron NO a Dilma”, según él. La voz de un supuesto entrevistado decía: “Ella habla, habla, se enrosca, y no se le entiende nada”. Otro afirmaba: “Ella no tiene nada qué mostrarnos”. También se refirieron a un curioso aspecto del pasado de la candidata. “¿Sabías que Dilma tenía un negocito de Todo por 2 reales en Porto Alegre y que cerró?”. Otro contesta: “¿No pudo con el negocito y quiere administrar Brasil?”. Así de dura se presenta la campaña de Serra.
La voz de Lula se cuela también en la segunda vuelta, respaldando las declaraciones de su candidata: “Dilma está sufriendo las mismas agresiones que yo mismo he sufrido. Decían que iba a cerrar las iglesias, que iba a cambiar los colores de la bandera… ¿Y qué pasó? Hay más libertad religiosa, más respeto a la vida, más democracia, más comida en la mesa, mejor salario, y eso es lo que Dilma seguirá haciendo”. Y cerró: “Vote Dilma”...
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