¡Tachín, tachán! Muy buenas, bienvenidos a un nuevo programa de “Gastronomía socialista”. Qué digo nuevo: ¡nuevísimo! Tan nuevo que es el primero. Pero seguramente vendrán más. Y hoy tenemos con nosotros a tres grandes estrellas de la gastronomía socialista: Don Hugo Chávez, presidente bolivariano de Cubazuela, digo Venezuela… (¡Bien! ¡Bravo! ¡Socialismo o muerte!) Don Daniel Ortega, comandante revolucionario que manda en Nicaragua… (¡Bien! ¡Bravo! ¡Viva Fidel!) Y don Evo Morales, socialista bolivariano que preside Bolivia. (¡Bien! ¡Chévere! ¡Que le den la oreja!) Y ya conectamos con ellos:
–Díganos, don Chávez, ¿qué nos recomienda usted como base del menú bolivariano y socialista por excelencia?
–Pues las caraotas, por supuesto. Que también les decimos frijoles en mi país. Y que en España las llaman todavía judías. Pero eso lo arreglo yo en un pispás: llamo a Zapatero y que le cambie el nombre en un momentito.
–Según nuestros datos, señor gastrónomo, los frijoles son una “planta herbácea anual, de la familia de las Papilionáceas, con tallos endebles, volubles, de tres a cuatro metros de longitud, hojas grandes, compuestas de tres hojuelas acorazonadas unidas por la base, flores blancas en grupos axilares, y fruto en vainas aplastadas, terminadas en dos puntas, y con varias semillas de forma de riñón”. ¿Qué le parece esto…?
–Pues que está muy mal que usted hable más que yo. Me parece fatal. Así que lo mando a detener, y sigo yo solo con el programa. Sí queridos radioescuchas, porque yo soy así de chévere. Y “si usted quiere que su muchacho hable más rápido, corra más rápido, batee más inteligente, dele frijol, compadre, pero frijol del bueno, frijol venezolano”. Hay quienes prefieren “las arvejitas picadas de Canadá, y al frijolito llanero hemos dejado de consumirlo”. Y esto es cosa del capitalismo, que así “nos lo venden por televisión y creemos que el frijol es solo para los vegueros. Pongo el frijol palo a palo contra las mejores arvejas picadas importadas, y no hay nada mejor que el frijol criollo para la alimentación de los niños”. Y ahora le cedo la palabra un poquito a mi camarada el comandante Daniel Ortega.
–Pues…, esto… Que es que resulta que “como tenemos problemas con el frijol y contamos con arvejas, que es un gran alimento; claro, no está en nuestro hábito alimentario, pero es un gran alimento, es agradable, ya bien cocinada y frita como (si fuese) frijol, nos alimentamos con arvejas”. O sea que yo me decanto porque comamos arvejas todos los bolivarianos revolucionarios.
–Eso no puede ser mi hermano. Todos los revolucionarios socialistas tenemos que estar de acuerdo en la gastronomía de nuestros países, para poder aplastar al imperialismo yanqui. ¿No te das cuenta, Ortega?
–Pues yo lo que creo es que no hay que comer pollos.
–¡Ah carajo! ¿Otra vez con esa vaina, Evo?
–Otra vez. ¡Y las que hagan falta! Porque todo el mundo debe saber la verdad de la maldad del capitalismo: El pollo capitalista “que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres”. Y además, “la calvicie es una enfermedad en Europa, donde casi todos son calvos. Y eso es por las cosas que comen, mientras que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas”. Miren, miren qué fuerte tengo el pelo yo.
–No te jales tan fuerte, que después te duele la cabeza, tortolín. Y ahora yo sigo con la propaganda de mis productos autóctonos venezolanos, porque me da la gana y porque para eso soy el que manda en el ALBA. Señora: “Azúcar refinada, de lo mejor de este planeta. Si quiere buscar algo mejor vaya para la Luna, para Marte, pero no hay mejor azúcar que el venezolano”.
–¿Puedo decir yo algo ahora de mi Coca Colla socialista, Hugo…? Anda, por fi.
–No, pesado, que tengo que dar una noticia importantísima. Señoras, señores, mi amigo socialista norcoreano Kim Jong Il, mostró el otro día al mundo a su hijo y seguro sucesor, que se llama Kim Jong Un. ¿Ven qué gordo y lustroso está el muchacho, como yo que lo digo…? Pues es porque come frijol venezolano del que yo le mando mensualmente a su señor padre, y muy gustoso porque los socialistas nos hemos de ayudar todos. ¡Viva el frijol revolucionario, socialista y bolivariano!
Nota: Los textos entrecomillados en negrita, pertenecen a la cosecha de los tres gastrónomos socialistas. O sea que no son culpa de un servidor.
Fuente: loquepasaentenerife.com