Mario Vargas Llosa el sembrador

MARIO EL SEMBRADORPor: César Campos R. Diario EXPRESOViernes 08 de octubre

¿Se jodió el Perú cuando la mayoría de sus ciudadanos le negó a Mario Vargas Llosa la posibilidad de ser presidente de la República el año 1990? Sin duda esta pregunta, llena de remordimientos, será escuchada por doquier ahora que el más grande novelista vivo de estas tierras alcanzó el merecido pináculo del premio Nobel de Literatura y su nombre (junto al de nuestro país) ingresa al olimpo universal de las artes humanas.En paralelo al orgullo colectivo y los innumerables homenajes que se tributarán a Vargas Llosa, habrá discusiones sobre la atávica  ingratitud de los peruanos para con sus compatriotas más ilustres. Se recordará el caso de Javier Pérez de Cuellar, por ejemplo, impedido de acreditarse como embajador ante Brasil por el baloteo  que le infligió la mayoría de la asamblea senatorial de la segunda administración de Fernando Belaunde, pero luego consagrado en la función de Secretario General de las Naciones Unidas por la asamblea del mundo.Habrá polémica. Sin embargo 20 años después de este episodio y a la luz de los acontecimientos que celebramos o padecimos durante todo este tiempo, es justo afirmar que hicimos bien en detener al operador político y acoger al sembrador de ideas, principios, metas y novelas.Me explico. Muchos imaginan la presidencia del país como un honor para quienes destacan en un acción puntual, un ejemplo de vida o por desafiar al gobernante de turno. Contaba Luis Alberto Sánchez cómo una vez encontró a nuestro embajador Manuel de Freyre Santander – quien había tenido un papel decisivo en la recuperación de la provincia de Tarata, invadida por los chilenos – haciendo maletas en el hotel Bolívar porque la noche anterior lo habían proclamado candidato presidencial el año 1925. “imagínese doctor – le dijo a Sánchez – por esa gracia mañana Leguía me deporta y no quiero darle el gusto”.Vargas Llosa fue ungido aspirante a la primera magistratura por la circunstancia de encabezar la resistencia a la estatización de la banca de 1987 y su ya reconocido prestigio, pero no porque lo abonara un proyecto político organizado, firme y con ganas de triunfo. Su movimiento Libertad no lo sobrevivió. Sin embargo toda la prédica liberal en lo económico del escritor se mantuvo como bandera y fue derrotero para el gobierno de Alberto Fujimori, quien llegó a Palacio negando que lo seguiría. La opción autoritaria y luego corrupta de ese régimen quebró el brazo político democrático que requerían las reformas.Y cuando vimos después a los presidentes Valentín Paniagua, Alejandro Toledo y Alan García mantener las líneas maestras de esa propuesta que sonaba a herejía en boca de Vargas Llosa,  se concluye que valió la pena dejarlo bajo su montaña de libros y emprendimientos literarios con los que le ha sido posible subir a los altares del Nobel.Bueno sembrar temprano y luego cosechar en realizaciones. Mario se lo merece.