La Libertad es la estrella

 Lo bueno de la “vargasllosamanía” desatada en el Perú y el mundo por el justo otorgamiento del premio Nobel de Literatura a nuestro más insigne escritor, es que permite revisar nuevamente los valores libertarios con los cuales sostiene gran parte de sus reflexiones públicas y que diseñaron su plataforma para tentar la primera magistratura de la nación en 1990.   Y es que la historia de Mario Vargas Llosa representa en sí misma ese genoma humano de la perfecta evolución política hacia los niveles superiores de entendimiento y comprensión de las complejidades sociales, poniendo como eje la libertad de hombres y mujeres para decidir su destino aunque éste les depare nuevas y quizás más dramáticas contradicciones.   Desde esta perspectiva, resulta muy bueno que Mario haya militado de joven en una célula universitaria comunista, Cahuide, y que luego se haya fanatizado con Jean Paul Sartre (al punto de considerarlo intelectualmente más importante que Jorge Luis Borges, en los debates con sus amigos Luis Loayza y Abelardo Oquendo). Y que a través de su admiración por el autor de “La nausea” haya derivado a celebrar la revolución cubana y aplaudir al régimen de Fidel Castro hasta el año 1971, y por ende también la llamada “revolución peruana”  de la dictadura castrense encabezada por Juan Velasco.   Ese periodo formativo y de identidad con lo que Paco Igartua denominaba “las grandes reformas que clamaba nuestra generación”, el cual abarca casi dos décadas, está consignado en la biografía de Mario como el preámbulo al verdadero pensamiento matriz que hoy alumbra la mayoría de sus ensayos periodísticos y literarios sobre las diversas realidades del globo. Ese pensamiento confirma su ruptura con el totalitarismo al que tantas personas de izquierda o derecha justifican todavía como medio necesario para arribar al fin; y su abrazo firme a los enunciados de la libertad y la democracia como digno escenario de nuestras realizaciones.   No parece mera coincidencia que el otro Nobel importante y de alta difusión, el de la Paz, haya recaído sobre el disidente chino Liu Xiaobo. Detrás de esta presea (concedida por segundas vez en sus 99 años de historia a una persona detenida) existe un claro mensaje contra las medidas de persecución y oprobio que el régimen de la República Popular China aplica a sus compatriotas, y que hipócritamente muchos gobiernos democráticos pasan por agua tibia en vista del espectacular desarrollo económico del gigante asiático.   En ambos casos, más allá de sus merecimientos, las estrellas no son Mario Vargas Llosa y Liu Xiaobo. La libertad que ambos valoran y defienden hasta con el riesgo de sus vidas, es la verdadera estrella de tan notables premiaciones.

Columna: Agenda PolíticaTítulo: La libertad es la estrella    Por: César Campos R.