“Los muros van a caer”, ha asegurado el secretario de Estado de Medio Ambiente húngaro, Zoltan Illes. El estado de la balsa que provocó el desastre ecológico empeora por momentos. Más de 1.700 trabajadores tratan de construir un muro que evite una segunda riada tóxica.
El director general de la empresa de aluminio MAL, Zoltán Bakonyi, propietaria de la balsa que originó el vertido tóxico en Hungría, ha sido detenido este lunes. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, lo ha anunciado a primera hora de la tarde ante el Parlamento y ha informado de que su Gobierno planear nacionalizar la empresa de forma temporal y que los responsables de la catástrofe asumirán "las consecuencias financieras" de la reparación del escape, que se calculan en millones de euros.
"La empresa que causó la catástrofe de "barro rojo" deberá ser dirigida por el Estado", manifestó el primer ministro. "No podemos seguir viviendo con peligros secretos", agregó.
Mientras, el riesgo a un segundo vertido tóxico aumenta. El secretario de Estado de Medio Ambiente húngaro, Zoltan Illes, lo ha dejado claro tras visitar la balsa que esparció cientos de miles de metros cúbicos de un fango corrosivo el pasado cuatro de octubre: “Los muros van a caer. No sabemos si en una semana o en un mes”.
Hungría se afana estos días en construir un nuevo muro de contención de 25 metros de ancho y 600 de largo que tapone la maltrecha pared de la balsa, de otros 25 metros de alto, que presenta unas grietas tan enormes que nadie duda de su derrumbe, según ha podido comprobar la agencia AFP...
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