Columna: Agenda Política Título: La baraja electoral Por: César Campos R. En lo que concierne a elecciones presidenciales, la mayoría de medios de prensa son adictos a evaluar la punta del iceberg o la epidermis del sistema concentrando la atención en quiénes se exhiben como aspirantes a la primera magistratura. La feria de candidatos los cautiva y obliga a escarbar biografías, intenciones, propuestas, fortalezas y debilidades de los candidatos, dejando en segundo plano el proceso que construye la voluntad popular hasta la definición de los comicios a favor de uno de ellos. No sólo en las presidenciales. La reciente campaña regional y municipal puso al descubierto esa tormentosa dificultad de los medios para hallarle una senda lógica a la conducta del electorado, desde la manifestación primaria de sus preferencias hasta la consolidación de las mismas. El caso de Lima fue quizás el más patético ante la imprevista tacha contra la candidatura de uno de los dos favoritos para ganar la alcaldía metropolitana, Alex Kouri. En el universo de los análisis realizados luego de este hecho que se vinculan directamente a cómo se enfrentó el cambio de escenario, sólo es posible rescatar dos claros e importantes conclusiones. La primera es el fracaso de casi el conjunto de las encuestadoras, las cuales adolecen de una metodología capaz de captar elementos sustantivos del criterio de los electores y dilucidar incluso lo que ahora muy ufanos (o cínicos, dirían algunos) califican de “una realidad en permanente movimiento”. Auguramos que para las elecciones del 2011, casi nadie hará caso de estos sondeos enrostrándoles sus extrañas variables y los medios no podrán mostrarlas como herramienta válida de trabajo. La segunda es que las categorías mentales del votante peruano frente a la baraja electoral han ganado terreno en diferenciar opciones pero las ha perdido en estudiarlas a profundidad. Se dice por ejemplo que ahora el ciudadano no promueve el voto de “arrastre” (marcar el mismo símbolo en los niveles general y particular, caso de las alcaldías provinciales y distritales) sino el “voto cruzado” y eso resulta positivo. Pero la oferta abrumadora de candidatos y mensajes, determina una pronta toma de opción con escasas posibilidades de ser revisada hasta la comparecencia ante las urnas y eso sí puede ser cuestionable. El desplazamiento de los electores de Kouri hacia Susana Villarán grafica este enunciado y explica también lo erróneo de categorizar a los mismos según las empatías ideológicas o las aproximaciones políticas. Además cuando se produce esa toma de opción, se activa un sentido de militancia a favor de ese candidato que lo hace impermeable a las denuncias y campañas en su contra. Por el contrario, lo favorece enormemente. Ojo periodistas a estos ítems en el proceso electoral general que se avecina. Todavía estamos expuestos a muchas sorpresas.