Domingo 19 de mayo 2024 | Contáctenos
La mentira es lo más escandaloso del episodio palaciego donde Alan García termina etiquetado como pinocho, mitómano empedernido, que tratando de hacer correr esta mentira, no alcanza alejarse de la verdad, la que sale a relucir dejado un halo de pestilencia.
Que la personificación de la Nación, el primer ciudadano de un estado democrático mienta para salvar su imagen por el bochornoso espectáculo dado frente a una veintena de testigos, tratar de tapar el sol con un dedo, demuestra que las cosas van mal en el entorno que dirige al país. Que otro individuo trate de exculparle con más mentiras genera en la ciudadanía más desconfianza. Cómo vamos a creerle después. Cómo vamos a decirle a nuestros hijos que el ejemplo de democracia y demás valores es el presidente de cualquier nación si lo visto y conocido nos dice todo lo contrario.
Es momento de meditar y sacar la lección y moraleja. El poder nunca debe ser sinónimo de intolerancia y violencia. El error se salva con la humildad y el reconocimiento de la falta. El haber pedido perdón hubiera sido más que suficiente. Alan García ha perdido todo, porque un pueblo jamás olvidará esta afrenta a la verdad. En una sociedad donde necesitamos valores y ejemplos que vivifiquen los mismos, nos encontramos con personajes que van contra la corriente de la construcción de una sociedad armoniosa y respetuosa de sus derechos y deberes.
La mentira nunca pasará... Alan García no debe volver a gobernar... la mentira que se enquista en la corrupción de este gobierno salpica a todos... triste final de un partido político que nació del apoyo del marginado... que hoy agrede al marginado y se aprovecha de él.
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