¿Retrasar la edad de jubilación es inevitable para evitar el colapso de los Estados? Mitterrand la fijó en 60 años y creó un símbolo que los franceses defienden con vehemencia. Europa se ve reflejada en el debate. Dos modelos de entender el Estado del bienestar están en pugna.
Francia vive hoy su sexta huelga contra los planes de reforma del sistema de jubilación del presidente Nicolas Sarkozy, que pretende retrasar la edad de salida del mercado laboral hasta los 62 años. Aeropuertos con problemas de carburante, gasolineras desabastecidas, millones de manifestantes, oposición ciudadana masiva según las encuestas… Los franceses no están dispuestos a ponérselo fácil a Sarkozy, pero la cuestión que se preguntan muchos es: ¿están luchando por una conquista social o por una ilusión de otro tiempo que se ha revelado insostenible?
Cuando el último presidente socialista de Francia, François Mitterrand, adelantó la edad de jubilación desde los 65 a los 60 años tan sólo unos meses después de llegar al Elíseo, en 1981, esa medida se convirtió inmediatamente en un emblema de los derechos laborales. Con él nació el mito de la vida después del trabajo con el que suspiraba la izquierda francesa del momento, y también el encendido debate con ideólogos liberales que sostenían que esa medida no podía conducir más que al desastre ante el aumento de la esperanza de vida. Era la época donde el modelo de la Unión Soviética se agrietaba ya sin remedio e imperaba la ortodoxia liberal de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Europa. Mitterrand apostó por un modelo contracorriente con su tiempo que ponía frente a frente dos ideas opuestas. También en su apuesta por los 60 años para que los franceses marcharan a su retiro dorado: Mitterrand hizo valer un modelo diseñado por el Consejo Nacional de la Resistencia francesa, ideado 1946, y lo trasladó al nuevo contexto con la convicción de que funcionaría. Hasta hoy lo ha hecho, ¿y a partir de ahora?...
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