Domingo 28 de abril 2024 | Contáctenos
"Me costó mucho decidirme. Ayer no dormí. Pero ahora, ya está", dijo visiblemente emocionada. Quiso dar su muestra de sangre para encontrar los restos de su hermano Carlos, desaparecido hace 28 años. Su cuñada, Silvia, también desaparecida "fue vista en la ESMA" (Escuela de Mecánica de la Armada), dice Victoria en referencia al centro clandestino donde unas 5.000 personas fueron torturadas y luego asesinadas, muchas de ellas arrojándolas vivas al río de la Plata desde un avión militar.
"Estoy segura de que él hubiera hecho lo mismo por mí", prosigue Victoria, mientras la enfermera pasa un algodón sobre su brazo.
A su lado, en un sobre blanco, se puede leer un slogan: 'Tu sangre puede ayudar a identificarlo'.
De las 30.000 personas que, según los organismos de derechos humanos, desaparecieron en Argentina, víctimas de la última dictadura, 350 han sido identificadas desde el retorno de la democracia, en 1983. Pero cerca de la mitad de esas identificaciones fueron hechas en los últimos tres años, gracias al lanzamiento en 2007 de una campaña nacional y de la puesta a disposición de medios del Estado en todo el país.
"Esta gente viene acá con todas sus angustias y sus preguntas sin respuestas", explica Nora Etchenique, directora del Centro de Hemoterapia de La Plata, ciudad universitaria de 500.000 habitantes, a 60 kilómetros al sur de Buenos Aires, duramente golpeada por la represión dictatorial.
"Debemos ser sensibles, escuchar y de dar el respaldo necesario", dice. Etchenique sabe de lo que habla: estuvo detenida en un centro clandestino cerca de Buenos Aires, conocido como 'Mansión Seré', y su compañero está desaparecido. "Es el Estado, que le quitó la identidad a todas estas personas, que debe devolvérselas", dice y agrega: "No hay futuro sin memoria".
Alejandra Toledo, de 43 años, secretaria del Centro de Hemoterapia, se muestra afectuosa y a la vez atenta con Victoria Schwindt. Le explica que sus muestras serán enviadas a un laboratorio de Estados Unidos, que cruzará sus datos genéticos con las de los desaparecidos registradas hasta ahora.
"Al principio teníamos 13 casos por día: al final del día estallaba en llanto", dice. "Hoy tenemos entre tres y cuatro personas por día en promedio".
El Equipo Argentino de Antropología Forense, que ha recuperado ya más de mil cuerpos, fue clave en este esfuerzo. "El Estado puso a nuestra disposicion 63 hospitales en todo el país donde la gente puede dejar muestras de sangre para conformar un banco de datos", explica su co-fundador, Luis Fonderbrider, recorriendo la sala donde son archivados los restos de las personas aún por identificar en la sede de la capital argentina. "Esto posibilitó que en los dos últimos años, 120 personas fueran identificadas: se aumentó así considerablemente el ritmo", dice Fonderbrider. "Ya tenemos casi 6.500 muestras de familiares".
En julio, un francés, Eric Domergue, anunció al mundo que se habían encontrado los restos de su hermano desaparecido, Yves. Esto no hubiese sido posible sin la toma de muestras de sangre, insistió.
Horacio Pietragalla, de 34 años, descubrió que fue un bebé robado de la dictadura y pudo dar con los restos de sus verdaderos padres gracias a estas mismas muestras de sangre. "El día que enterré a mi mamá me fui hasta con un aire de felicidad", cuenta Horacio a la AFP al visitar recientemente la tumba de sus padres en un cementerio de la localidad de Lomas de Zamora, en la periferia sur de la capital argentina. "Poder venir acá y poner una flor es muy reparador".
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