Nos referimos al Yamaha PDX-31, unos altavoces diseñados especialmente para iPod y iPhone, aunque por otro lado sean perfectamente compatibles con otros reproductores musicales portátiles. Su descarado tono cereza es sólo una de las opciones a escoger, ya que también está disponible con acabados más sobrios en negro y gris.
El sistema estéreo está construido a partir de dos conductores de ocho centímetros de diámetro. En conjunto obtienen una potencia equivalente a 15 vatios, con la ventaja de usar un amplificador exclusivo de Yamaha capaz de controlar el nivel de ruido y distorsión. El rango de su respuesta en frecuencia abarca de 16 a 20.000 hercios, de modo que pueda ofrecer un sonido satisfactorio tanto en graves como en agudos.
Para conectar los dispositivos de Apple incorpora una interfaz dock en la parte superior, que se utiliza además para recargar las baterías. Si usamos otro tipo de reproductor MP3 ó MP3, entonces habrá que recurrir a su entrada de audio auxiliar. Lo curioso del accesorio es que, a través de su función AutoBlend, permite fusionar el sonido de ambas fuentes para crear tus propias mezclas. Por peso y medidas no supone un inconveniente el trasladarlo de un lugar a otro: 1,7 kilogramos y 350 x 109 x 125 milímetros.
El Yamaha PDX-31 incluye al mismo tiempo una memoria de volumen previo, con la que sabemos a qué potencia está ajustado antes de conectarlo (así no te llevas un sobresalto). El encendido y el apagado son automáticos para controlar el consumo eléctrico, y además se sirve con mando a distancia para mayor comodidad. Su precio es de 160 euros en cualquiera de sus tres modelos, a la espera de la edición rosa que aparecerá en noviembre.
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