El Gobierno francés cuida todos los detalles para que el presidente chino, Hu Jintao, no sea cuestionado por temas incómodos. Sarkozy se defiende de las críticas: "La visita de los dirigentes chinos no es un peligro sino una oportunidad”. Las ONG le acusan de mirar para otra parte para conseguir contratos con China.
¿Se puede firmar contratos millonarios con China sin traicionar el respeto a los derechos humanos? Nicolas Sarkozy opina que sí y las asociaciones en defensa de los mismos, que no. O al menos no como lo ha hecho el presidente francés.
La visita del presidente chino Hu Jintao a Francia ha provocado una controversia considerable en algunos sectores del país. La llegada a tierras galas del líder de la segunda potencia económica del mundo, acusada por muchos de enarbolar un régimen represivo con su disidencia interna, se ha caracterizado por la potencia de su talonario de cheques y su mudez ante la cuestión de los derechos humanos, en general, y la situación del encarcelado premio Nobel de la Paz, Liu Xiaobao, en particular. Sarkozy ha preparado todo para que esas dos condiciones se dieran. No ha permitido que nada perturbe al Gran Dragón asiático, al que ha acariciado su lomo con exquisito cuidado. Cuando aterrizó el avión de Hu Jintao todo estaba dispuesto. La alfombra roja se extendió por la pista de aterrizaje del aeropuerto parisiense de Orly, donde esperaban al pie del avión, en inusual escena, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su esposa, Carla Bruni. Le aguardaba un primer paseo triunfal por los Campos Elíseos mientras la Guardia Republicana cortejaba su coche oficial en motocicleta. Protocolo, puede llamarse. A continuación, otra concesión más polémica: no habría ruedas de prensa durante la visita para que Jintao no tuviera que responder a preguntas incómodas sobre derechos humanos, o, concretamente, sobre el encarcelamiento de Liu Xiaobao...
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