El Sumo Pontífice consagró la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona durante una misa solemne. En su homilía condenó la eutanasia y el aborto y abogó, como era de esperarse, por la promoción de la familia heterosexual.
En su segundo día de visita en España, el Papa reiteró el que ha sido su discurso desde que asumió la jefatura la Iglesia católica.
El recinto en el que se produjo este mensaje contribuyó a la contundencia de las palabras papales. El Templo de la Sagrada Familia de Barcelona, obra maestra de Antoni Gaudí, símbolo de los valores tradicionales de la familia, prestaron sus magnas paredes para un discurso un poco menos virulento que el pronunciado el sábado, pero inamovible en cuanto a la familia y el “respeto a la vida”.
El Pontífice pidió ante las autoridades que llenaron el templo, mayor protección por parte del Estado a la familia “formada por un hombre y una mujer”.
“La iglesia aboga por adecuadas leyes económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el estado”.
No faltó la alusión contra el aborto cuando pidió “que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente”...
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