Campos

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La adolescencia de Kenyi Fujimori Higuchi estuvo marcada por la influencia de dos sobones de su padre, Juan Valer Sandoval y Hernando Guerra García Campos.

Valer, llamado chizito,  asesoró a Kenyi en el inicio de su vida sentimental y lo ayudo a conquistar a sus primeras enamoradas.

Hernando, diariamente salía raudamente de su oficina de la dirección del periódico oficial en jirón Quilca hacia Palacio.

Se había autonombrado tutor de Kenyi y le repasaba las tareas escolares. Reforzó la relación que ambos sean alumnos del Colegio Recoleta. Cuando el chico estaba ansioso, Hernando le invitaba cannabis. Kenyi lo disfrutaba mucho. Sobre todo cuando compartía los tronchos con sus mascotas.

Guerra García conseguía fácilmente la marihuana cerca a su casa en la residencial San Felipe y en caso de emergencia llamaba a alguno de los amigos de su tío Javier Campos Montoya.

El plan de Hernando era ser incluido en la lista parlamentaria de Fujimori en 1995. Todo se frustró cuando su papa Roger acompaño a Javier Pérez de Cuellar en la lista de oposición. Hernando fue retirado de Palacio y fue reasignado como asesor de prensa de Adrian Revilla en la Sunat. Mauricio Muñoz Najar, mi compañero de promoción del colegio, en ese entonces superintendente adjunto, me conto que Hernando todo el dia la pasaba en el gimnasio levantando pesas y mirándose en el espejo. Soñaba llegar a tener el cuerpo de  Arnold Schwarzeneger.

Hernando fue marcado en su niñez por su tío Javier Campos Montoya. Hermano de su mama, este oficial de la Policía de Investigaciones, era famoso por estar involucrado en grandes escándalos.

Campos fue acusado de facilitar la fuga de narcotraficantes de la cárcel.  En marzo de 1968 fue destituido cuando fue descubierto que poseía decenas de propiedades inmuebles y dio como explicación que se había ganado la polla del hipódromo tres veces.

Asimismo, Campos Montoya  fue relacionado con el contrabando de autos lujosos. Guerra García vivió su adolescencia envidiando la riqueza de su tío Javier. Hoy, su carrera política pende de un hilo.

Basta que Carlos Orellana Quintanilla, Keiko o Kenyi cuenten alguna anécdota servil de Hernando para que desaparezca de la escena como sucedió con el entierro precipitado de su tío.