Susana Villarán en escena

SUSANA EN ESCENAPor: César Campos R. Diario EXPRESOMmiércoles 24 de noviembre

A poco más de mes y medio de su elección como la primera alcaldesa de Lima, Susana Villarán viene exhibiendo algunos trazos de una personalidad que no resulta fácil asociarlos al de su otra alta función pública, como fue la de ministra de la Mujer durante el breve gobierno de transición de Valentín Paniagua. En este lapso de nueve años que media entre uno y otro cargo, hay rasgos distintos sin duda. Paniagua creó un clima convocante, reivindicativo de la moral nacional, pretendiente de una verdadera democracia tras la caída de un régimen devenido en corrupto y autoritario. Y Villarán se allanó a ese camino como miembro de un Poder Ejecutivo bajo la guía de Javier Pérez de Cuellar, uno de los más interesados en diseñar una senda institucional perdurable para nuestra patria.Sin embargo, es sabido que esa misma administración – al margen de la voluntad de Paniagua y Pérez de Cuellar – incubó el germen de nuevas divisiones entre peruanos. Fue penetrado por círculos adictos a la venganza y lejanos de la justicia. Resucitó bajo otras caras y aparentemente otras ideas, a personajes que ya habían sucumbido bajo los escombros del Muro de Berlín.Y vimos que Villarán también supo allanarse luego a esa estirpe, cuando pocos años después – lo recuerda la revista Ideele Nº 157 de setiembre del 2003 – no tuvo reparos en criticar con dureza a Paniagua señalándolo como “el que más desencantó”  por las críticas del ex presidente a los procedimientos y conclusiones de la llamada Comisión de la Verdad y la Reconciliación.Por eso sorprende ahora que, sólo por restarle peso a la condecoración de Luis Castañeda Lossio, Villarán se acuerde de Paniagua en la fecha que asumió el mando supremo y lo enaltezca de manera oportunista. El doble rasero suele ser más discreto.Pero todo indica que Susana versión 2010 no tiene los sentimientos ecuménicos de Paniagua; ni siquiera los de Alfonso Barrantes, otro de sus referentes políticos. Un tambor de guerra ha quedado prendido a uno de sus tímpanos y así la vemos desde el 3 de octubre: amenazando, desafiando, especulando y mofándose de sus adversarios, a la par que intenta construirse una imagen edil que a la fecha todavía resulta pobre.Lo demuestra sus confrontaciones con la autoridad electoral, primero a través del “plantón” casi familiar por la demora de los resultados y luego mediante la pataleta del reclamo de su credencial que interrumpió la organización de la ceremonia de proclamación. También los pechajes con la administración de Castañeda y el gobierno central, este último su compañero de ruta durante la mitad del año 2011.Pensando en Fuerza Social y las elecciones generales, Villarán  perturba lo que secularmente (desde 1980 hasta estos días) han sido los pacíficos y constructivos cambios de mando en la dirección de la comuna limeña. Con seguridad, seguiremos viéndola como directora de campaña varios meses, antes que como alcaldesa.