Relato: La vida de un soldado en el VRAE

Por un momento intentaré…, aunque sé que es bastante difícil, imaginar que soy un soldado. Bueno, actualmente tengo 19 años. Imaginemos, me alisto al servicio militar voluntario. Estoy unos 6 meses sirviendo, y de repente me designan al VRAE. En el VRAE cambia absolutamente todo lo que yo tenia entendida como calidad de vida. Mi cama es de media plaza, y solo me dan una frazada para abrigarme. Tengo que compartir la misma habitación con varios soldados como yo. Las raciones de comida son pocas y no muy nutritivas. No me puedo bañar diariamente porque no hay servicios higiénicos adecuados en la base en la que estoy designado. No tengo comunicación con mi familia, solo a través de cartas o puedo llamarlos por teléfono una vez al mes. La zona es espantosa, a pesar que tiene hermosos paisajes… por el día hace un calor abrasador e insoportable, por la noche un frío terrible y desolador. No solo tengo que lidiar con todas las malas condiciones de esa zona, aparte de eso sufrimos constantes emboscadas terroristas, uno, en esos momentos… totalmente asustado y tratando de protegerse dispara sin mirar bien al objetivo. A veces ellos tienen muertos, a veces nosotros los tenemos. Muchos de esos muertos, son mis amigos, hermanos con los que compartimos varios momentos de tristeza y alegría juntos. Pero, no importa. Ellos, así como yo supieron desde que se alistaron que nuestro deber era defender a la Patria. Y que nosotros, nuestras vidas, quedan como segunda prioridad. Lo primero es nuestro país. Así que continuo en este infierno en vida. Intentando mantener la cordura, la tranquilidad… y no caer en la locura, en el salvajismo que lamentablemente es una tentación que poco a poco se va alojando en mi mente. Debo tranquilizarme, no caer en la sed de venganza, no caer en el odio infinito a aquellos desgraciados que me quitaron todo lo que era mi vida, que le quitan a miles de jóvenes su oportunidad de vivir feliz y sanamente, que quitan a millones de funcionarios su honor, que corrompen. En fin, que pudren todo aquello que este a su paso para lograr sus propios objetivos personales….  No, no… no debo verlos así. Solo son mis oponentes en esta guerra. Y por lo tanto, debemos respetar las reglas esenciales de una guerra en todo enfrentamiento…. Pasan los meses, al final concluí mis dos años de servicio militar. Regreso a mi casa. Voy a ver mi cuenta de banco, a ver el sueldo que he acumulado en esos 2 años de servicio…. Menos de 7000 soles. Vaya… olvidar mi vida y sacrificarme por dos años enteros por 7000 soles. Bueno, todo sea por la vocación… pensé… Todo sea por la tranquilidad de los demás peruanos. Llego a mi casa, mi familia me recibe con alegría. Me reúno con mis amigos, alegría nuevamente, sonrisas, carcajadas, anécdotas. Pero, a pesar de todo eso… Muchos de los que consideraba mis amigos, me ven de una forma extraña. Siento que son demasiado fríos e indiferentes ante mi situación, ante mis compañeros, ante la realidad allí. No importa, la vida continua. Voy a mi cuarto a descansar. Al día siguiente, mi madre me despierta. Hijo, te ha llegado una carta, me comenta. En la carta se me acusa de homicidio calificado de una persona que nunca he conocido en mi vida durante la época en la que estuve en el VRAE. Empiezo a averiguar… Organismos de derechos humanos fueron a apoyar legalmente a los familiares de aquel señor muerto en el VRAE. Y de casualidad, obtuvieron mi nombre de una lista. Ahora, me acusan. La noticia sale en el periódico, la escribe un dirigente de aquel organismo de derechos humanos… el titular… NO A LA IMPUNIDAD DE LOS MILITARES, NO PERMITAMOS ASESINOS EN NUESTRO EJÉRCITO… Incrédulo, la leo… Para el señor que escribió la carta los militares asesinamos a pobres pobladores sin razones, y sin compasión. Solo para eliminar toda muestra de resistencia contra nuestro Estado. Al que califican de asesino, prepotente y violador de DDHH.Esto es demasiado, pienso. Pero, yo serví en el ejército. Sé que me van a apoyar. Me dirijo a la institución. Miles de trámites… decenas de horas pérdidas… y al final, nada. No se como pagar un abogado que me defienda, no se como llegué a esta situación, me parece totalmente injusto lo que esta pasando. Y no tengo el apoyo de nadie. Pareciera que todos están en mi contra. Y me hacen ver como asesino ante los demás… me excluyen. Nunca debí alistarme al ejército, nunca debí defender esta sociedad desagradecida, no vale la pena. Nada vale la pena….

Frank Keskleich TorresJueves, 22/10/0905:10 PM