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Viernes 26 de noviembre 2010

Mariposa monarca seriamente amenazada

Este pequeño terreno montañoso cubierto de oyameles es un ejemplo de los esfuerzos internacionales por combatir la deforestación y el cambio climático, en parte por sus famosas visitantes de cada invierno: millones de mariposas monarca, cuyo número mermó un 75% el año pasado, aparentemente por el cambiante clima y por el tipo de vegetación.
Viernes 26 de noviembre 2010
Mariposa monarca seriamente amenazada

El santuario de mariposas monarca en las montañas al oeste de la Ciudad de México una en cierto sentido las naciones desarrolladas y en desarrollo --las mariposas provienen de Estados Unidos y Canadá-- y se ha beneficiado de la ayuda inernacional, como pagos a las comunidades de la zona para preservar los árboles y proyectos alternativos de trabajo que ayudaron a reducir la deforestación en un 95%.

La idea de salvar bosques como este para atrapar gases con efecto invernadero ha avanzado mucho desde los días en que la plantación de un cultivo sencillo como el eucaliptus en un lote descubierto era considerada una práctica compensatoria (offsets), como se denomina al proceso por el cual se equilibran las emisiones de gases en un sitio "atrapando" el carbono en los árboles.

El tema será uno de los asuntos centrales en la conferencia climática de las Naciones Unidas de la semana que viene en Cancún. El debate se centra en torno a quién debe pagar, y cómo, para preservar los árboles; cómo asegurarse de que el carbono "atrapado" permanece allí y no se filtra; si los bosques deben ser tratados como "offsets" y cómo lidiar con las comunidades que viven en bosques y selvas en las naciones en desarrollo.

Si bien los bosques comunales del santuario de las mariposas monarca han resuelto algunos de estos asuntos, está claro que no basta con evitar la tala de árboles.

Fernando Solís Martínez, de 54, es el director se la "Comisión de Bienes Comunales" que se hace cargo de las tierras que fueran de los indígenas en San Juan Xoconusco, un pueblo localizado dentro de la reserva de 13.550 hectáres. Solís supervisa el regado y la replantación de oyameles en el vivero del pueblo.

"El vivero es para darle mantenimiento al bosque y dar empleo a más gente", manifestó Solís. "Muchos emigran o andan como jornaleros, trabajan nada más por un salario mínimo. Queremos darle empleos a más gente, pero por desgracia no nos alcanza".

Los 12.000 oyameles, de entre 15 y 30 centímetros, serán plantados a lo largo y ancho de la reserva en junio, la época de lluvias, para rellenar sectores donde los árboles habían sido barridos por lluvias.

Creado hace tres años con ayuda del World Wildlife Fund, el vivero es parte de una serie de proyectos: pagos directos del gobierno y contribuciones de empresas privadas; un plan para vender savia a productores de aguarrás; la venta de artesanías hechas con hojas de piña y proyectos para promover el turismo, iniciativas todas que apuntan a generar formas de ingreso sustentables para futuras generaciones.

No es ningún paraíso. La mayoría de los residentes de Xoconusco siguen trabajando por el equivalente a unos diez dólares diarios en invernaderos y los taladores ilegales siguen siendo una amenaza. Cada comunidad envía a diario patrullas de diez hombres a las montañas para asegurarse de que no hay actividades ilegales.

El jefe de la policía José Manuel García Reyes recoge a esas patrullas en su camioneta para que les indique dónde escucharon ruidos de sierras eléctricas.

"Hay gente allí en el monte y está armada", manifestó.

Gabriel Colín Camacho, de 37 años, nuevo director de las tierras comunales del pueblo de Crescencio Morales, está combatiendo la reputación que tienen las comunidades como las peores áreas de deforestación de la reserva.

"Antes el bosque no representaba nada para nosotros, solo dinero. Eramos inocentes, porque vendíamos la madera por menos de lo que valía", declaró.

Ahora el 90% de los vecinos sabe que todavía tiene que subir a la montaña de vez en cuando para impedir que alguien corte vigas, como le dicen a los árboles.

"La semana pasada, un compañero tenía la necesidad de bajar una vigas para una vivienda, pero la misma gente me llamó la atención", relató Colín Sánchez. "Me decían, 'oye, nosotros estamos cuidando'. Me tocó ir a pararlo, y sí, se molestó, pero es la función de uno".

Las comunidades de la reserva todavía no han encontrado la forma de medir los gases que atrapan en sus árboles, que es un requisito para ser admitidas en una iniciativa conocida como REDD (Reducing Emissions from Deforestation and Degradation, o Reducción de Emisiones de la Deforestación y la Degradación).

Es una de las iniciativas preferidas de la ONU y se espera sea muy comentada en Cancún.

"No se trata de una teoría hipotética", dijo el secretario del Medio Ambiente de México Juan Rafael Elvira Quesada. "Funciona en muchos países. Lo que necesitamos ahora es que lo que es por ahora una alianza se convierta en un tratado".

El programa espera invertir entre 22.000 y 38.000 millones de dólares anuales en pagos de las naciones en desarrollo a los países más pobres para ayudarlos a preservar sus bosques.

La deforestación y la degradación generan entre el 17% y el 20% de los gases de invernadero, lo que es un porcentaje mayor que el del transporte. Pese a las campañas de preservación, en el mundo se siguen talando árboles en 5,2 millones de hectáreas anuales.

Hasta ahora, una alianza de una docena de países desarrollados aporta 4.600 millones de dólares para distintos proyectos en 60 naciones en desarrollo.

Cuando se habla de esas cantidades de dinero, es importante que haya una buena rendición de cuentas y de control sobre los árboles lque se salvan. Y, desde ya, hay que recaudar el dinero: las compañías que generan muchas emiciones y buscan "offsets" son una posible fuente de fondos. Pero esa idea no la cae bien a muchos sectores.

"No aceptamos, y los pueblos no aceptarían, tratar a los bosques como reservas para que las grandes empresas sigan contaminando", afirmó Raúl Benet, activista que organiza protestas en Cancún. "No es aceptable meter los bosques al mercado del carbono".

Si bien el santuario de las mariposas monarca es un éxito, los árboles por sí solo no bastan para mantener viva la iniciativa. Si las mariposas desaparecen --y todo indica que están extinguiéndose-- el interés en los bosques podría desvanecerse. El programa REDD ha sido mejorado para tomar en cuenta la importancia de la biodiversidad en los bosques, un concepto conocido como REDD Plus.

Los expertos no están muy seguros de lo que afecta las mariposas, pero el cambio climático seguramente incide.

El renombrado experto Lincoln Brower habla de los cambios climáticos y el clima seco, las tormentas que dañaron la reserva y el reemplazo de la única plata en la que las monarca depositan sus huevos, el algodoncillo, por plantas genéticamente modificadas.

Cualquier cambio extremo en el clima puede afectar la migración, y se espera que eso es lo que suceda como resultado del cambio climático. "Creo que estamos frente a un desastre de grandes proporciones y nadie lo admite", dijo Brower.

Fuente: yahoo.es

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