Columna: Agenda Política Título: Orden en el caos Por: César Campos R. Hay quienes estamos transitando de la percepción positiva que suscitaron los primeros anuncios de candidaturas presidenciales – por su entusiasmo, parafernalia, mensajes breves y bien concebidos – al desconcierto y angustia. Justificamos estas sensaciones en el curso anárquico que viene tomando el panorama político-electoral, el mismo que parece diluirse en la retina de una mayoría ciudadana hoy sólo atraída por el advenimiento de las fiestas de fin de año. Porque no podemos admitir como normal, por ejemplo, las vicisitudes que padece el movimiento oficialista de la comuna limeña, Fuerza Social, llamada – según sus líderes – a renovar la política peruana y vista por muchos como la nueva expresión de la izquierda sensata y democrática. Su público debate sobre el destino de la alianza formada con el MNI-Patria Roja, Tierra y Libertad, y el Partido Fonavista, no es un ejercicio de transparencia sino la ventilación de abismos irreparables entre dichos grupos, con otros partidos (como el Nacionalista) y los mismos dirigentes de FS. Tampoco que cuatro importantes coaliciones – las de Perú Posible (junto a Acción Popular y Somos Perú), PPC (con Restauración Nacional, Humanista y Alianza para el Progreso), Solidaridad Nacional (Unión por el Perú, Siempre Unidos, Todos por el Perú y Cambio 90) y Fuerza Social – hayan sido observadas por el Jurado Nacional de Elecciones al comprobarse dobles afiliaciones de algunos de sus dirigentes o irregularidades en la práctica de la democracia interna, entre otros. Y que el mismo partido de gobierno carezca de reglas claras para la elección de sus candidatos al Congreso de la República – como lo da a conocer el líder histórico del APRA Armando Villanueva del Campo en la presente edición de EXPRESO – coloca una cereza podrida sobre este indigerible pastel de siglas, combos, sancochados, arroz con mango o pucheros en que se ha convertido la “fiesta” electoral 2011. Reiteramos nuestra preocupación por lo que pueda venir como consecuencia de tal desorden. Efectos de corto, mediano y largo plazo para la democracia representativa que en ningún país del mundo basado en el equilibrio de poderes soporta 27 agrupaciones políticas codeándose o aliándose entre ellas sólo para sobrevivir. Ahora apenas vemos las escaramuzas pero el escenario completo resultará un desastre. Este preocupante panorama nos aleja del optimismo de Mario Vargas Llosa cuando asegura que “hemos dejado atrás la barbarie” debido al auge económico y cultural del Perú, ahora más que nunca por su premio Nobel de Literatura. La materia política, al contrario, casi nadie contribuye a perfeccionarla sino a hundirla en más barbarie. A lo mejor necesitamos la mano de Patricia Llosa quien, según las bellas palabras de homenaje de su notable esposo, sabe poner orden en el caos.