Alejandro Toledo: "Mi obra"

Resulta un buen espectáculo ver al candidato Alejandro Toledo defendiendo la paternidad de sus obras gubernamentales con un énfasis que algunos creen debió ponerle a la paternidad de la niña Zaraí. Es cuestión de opciones, pero su protesta cibernética contra lo que considera una apropiación indebida del presidente Alan García de lo hecho por la administración de la chakana en favor de los pueblos, traduce varios elementos a considerarse.Lo primero es la persistencia de Toledo en situar a García como su auténtico rival electoral. El ex mandatario no compite con Castañeda, Fujimori, Araoz, Humala o PPK. A estos no le da bola. Compite con quien dejará Palacio el próximo 28 de julio y no forma parte del elenco en carrera.¿Le otorgará dividendos esta estrategia? Sus allegados creen que sí pero me reafirmo en que constituye uno de los peores disparates de la campaña; más aún cuando por un lado le piden a García neutralidad y por otro lo invitan a la polémica a través de la alusión personal. Alan entra a la fiesta encantado, sosteniendo que las respuestas a los ataques no significan intromisión en las cuitas electorales.Además, García no pierde en estos encontronazos y el candidato Toledo sí porque se aleja de otros ejes importantes de una campaña, como es afinar las propuestas en rubros donde el ciudadano clama a gritos soluciones.Lo segundo es que Toledo busca un escenario comparativo de quién ha hecho más por el país en los últimos años, sin considerar que el balance le resulta deficitario. La cosecha de García ha sido superior, inmensamente superior por razones de circunstancias y esfuerzos propios. Creo que en la cabeza del compatriota común no existe ese ranking mental perseguido por Toledo sino la convicción de una línea de continuidad que, incluso, nace con el gobierno de Alberto Fujimori.En otras palabras,  lo que prevalece en la mente de las mayorías es una sucesión de ítems que hacen posible este aún relativo periodo de bienestar: Fujimori derrotó al terrorismo y sembró el modelo económico con un sólido componente redistributivo (en verdad asistencialista) del Estado. Toledo lo siguió e impulsó programas de vivienda popular, así como el TLC con Estados Unidos (entre otras cosas, se entiende). Y García recogió el guante, revolucionó el sistema educativo, organizó mejor los programas de lucha contra la pobreza y construyó más porque el país sostuvo el engranaje del crecimiento.Cierto o no, eso es lo que le dirá cualquier ciudadano de la calle. Otra cosa es diferenciarse por temperamentos o percepciones, donde Fujimori, Toledo y García tienen poco en común.Y lo tercero, es que las inspiradoras playas de Punta Sal – y muy posiblemente otras herramientas espirituosas – lo mantienen a Toledo en el centro de la noticia, gracias a la maravilla de la red social. Le han bastado pocas palabras desde el Twitter para que casi todos los diarios lo destaquen en sus portadas. Una parábola tecnológica a tomarse en cuenta.