Con pesimismo o prudente entusiasmo, los estonios adoptaron este 1° de enero el euro. Para la ex república comunista es la culminación de un gran esfuerzo para salir de la esfera de Moscú y atraer a inversores extranjeros. Los detractores de la moneda europea denuncian los casos de Grecia o Irlanda, inmersos en la tormenta de la Eurozona.
"Es un paso pequeño para la zona euro y un salto gigante para Estonia", resumió el primer ministro estonio, Andrus Ansip. Este primero de enero, este país báltico se convirtió en el 17° miembro en renunciar a su moneda nacional para vivir en la Eurozona.
Para esta ex república comunista, que lleva 20 años alejándose de la antigua órbita soviética y rusa, se trata de un esfuerzo largo y doloroso que aún no ha culminado. "Estonia es el país más pobre de la zona euro. Tenemos mucho por hacer ahora que se alcanzó el objetivo de adherir", estimó Ansip. Ahora, esperan que el cambio de moneda abra las puertas a los inversores extranjeros, que ya no temerán las devaluaciones, y garantice los créditos de 1,3 millones de estonios...
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