Un artículo de Emilia Subiza
Cuarta generación de una familia que se dedica a la producción vitivinícola desde el siglo pasado, Alejandro Toso decidió darles un valor agregado a los viñedos familiares con la puesta en marcha de un restaurante donde lo autóctono no sólo se encuentra en la comida, sino también en el entorno y en el personal que atiende el establecimiento.
Cuando se vendió la Bodega Toso, en la década del 90, la familia decidió conservar viñedos para incorporar tecnología. Ahí surgió una nueva empresa: Viñas de Barrancas. Estas tierras están ubicadas en el departamento de Maipú, en Mendoza, donde actualmente se aloja el restaurante Posta de Malbec, que abrió sus puertas en 2003.
"Nos quedamos con los viñedos porque fue lo que siempre hicimos; luego decidimos incorporar la gastronomía como valor agregado. Ya teníamos el paisaje, la historia y el terruño. Mendoza está en la ruta del vino y atrae a turistas de todo el mundo", explicó Toso.
Si bien en ese momento muchas otras bodegas tenían sus propias propuestas gastronómicas para atraer al turismo, ellos buscaron la diferenciación en que la atención fuera con estudiantes secundarios, de entre 16 y 20 años, de escuelas cercanas, a quienes capacitaron y entrenaron para la atención al cliente en Mendoza capital.
Se construyó una edificación sencilla y se eligió un menú tradicional, lejos de los tintes gourmet que muchos otros ya brindaban, con empanadas, asado y postres típicos. Algo simple, pero autóctono, ya que lo preparan las mujeres de los trabajadores de la viña.
A la propuesta gastronómica, también le sumaron las caminatas de una hora o dos por los viñedos con guías en inglés y en español. Allí se explica a los turistas qué es una represa, cómo se cuida un viñedo o cómo es un suelo. En el trayecto, también pueden aprender a podar y a hacer otras labores propias de la actividad. El costo del almuerzo es de 85 pesos y de la caminata, 230.
Visitantes internacionales
Gracias al vínculo con tres empresas de turismo, todas las semanas llegan los grupos de visitantes internacionales. Una de ellas trae viajantes que quieren hacer caminatas por el mundo. Además, tienen cierta afluencia del público local. "Posta de Malbec se volvió un lugar elegido por la gente de la zona que lo utiliza para sus reuniones", comentó Toso.
Las uvas de Viñas de Barrancas se comercializan en su mayoría para vinos finos, pero se reservan una pequeña porción para unas 10.000 botellas de vino propio con el que sirven en el restaurante y también lo venden allí.
"Los turistas están muy conformes porque es algo realmente autóctono, el escenario es real y natural. La gente que atiende es del lugar y esto también le gusta al público", destacó Toso.
La facturación del restaurante en los seis meses de más actividad, durante primavera y verano, fue de 51.000 pesos. A eso se suma lo facturado por caminatas y la producción de los viñedos, lo que totaliza los dos millones de pesos anuales. Chandon, Navarro Correas, San Telmo y Los Haroldos son algunos de los compradores de uvas. En las viñas, hay un 70 por ciento de uvas tintas y un 30 por ciento de blancas para espumante.
En un futuro buscarán que el restaurante sea un puente para potenciar otros emprendimientos de los trabajadores del viñedo. Por ejemplo, Toso quiere que las mujeres vendan pan casero y dulces a los visitantes. "Es un programa que nos ayudó y nos ayuda a entender la realidad local", comentó.
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