El derecho constitucional de todo cuidado es elegir y ser elegido para cubrir las plazas políticas en el Palacio de Gobierno y Congreso de la República, pero dicho derecho esta condicionado (implícitamente) por las cualidades y formación personal de los aspirantes que garanticen (a sí mismos como a los electores) una gestión beneficiosa al país.
Es de uso en nuestra política el hecho que una vez logrado el cargo, la reelección se repita infinitamente háyase cumplido o no con el encargo; lo justo y democrático es que el desempeño de dichos cargos sean por una única vez en la vida política de todo ciudadano, de este modo otros pensadores tendrían la oportunidad de demostrar sus cualidades beneficiando al país con sus experiencias y sapiencias, pero el presumir de "experiencia política" sólo encubre el deseo de permanecer vigente en la política aunque sea en perjuicio del país minimizando el derecho de los demás ciudadanos, por eso al momento de elegir a las futuras autoridades debemos tener presente:
1) Su formación personal, 2) Su trayectoria cívica, moral y hasta penal, 3) Si su gestión fue meritoria en el caso de que se presente por la reelección (que no debiera por lo antedicho), 4) Si sus intenciones lo ligan con los intereses del país, o los guía el interés personal o partidario.
Cuando se logre modificar la Constitución en el sentido manifestado, estaremos seguros de llegar a elecciones limpias, mientras tanto debemos evaluar cuidadosamente las intenciones de los aspirantes.